Llevaba prácticamente toda la mañana clavada como una estaca en nuestro pequeño puesto de comercio, en el Mercado Central. Por suerte, el pescado se estaba vendiendo con facilidad e incluso se habían formado colas durante unos minutos. Egil y yo no dábamos a basto con la venta, mientras que mi padre y Axe habían salido con la barca para hacer una nueva pesca.
-Dime, Astryr. ¿Sigues echando de menos la granja?- Me preguntó mi hermano aprovechando que no había ningún cliente. Suspiré con cansancio y aproveché para sentarme en un taburete de madera, descansando un cuerpo que hacía más de seis horas que no paraba quieto.
-Por supuesto. Pero extraño especialmente a nuestra madre... ¿Tienes muchos recuerdos de ella?
-Algunos, me vine a Kattegat en cuanto cumplí los once años. Y menos mal, ahora no podría vivir en otro lugar.- Resopló aliviado y yo fruncí el ceño.
Miré a mi alrededor y me fijé en toda la gente, extraña para mí, que se movía de un lado a otro con prisas y desaparecía entre las calles y los comercios. En la aldea nos conocíamos todos, nos ayudábamos entre todos, nunca estábamos solos. Las noches de especial frío solíamos prender hogueras en los establos y reunirnos con familias y vecinos, bebiendo hidromiel y hablando de banalidades. Echaba de menos la familiaridad de las cosas.
De repente, Egil se irguió como un pavo real y yo me levanté con prontitud, alerta a la proximidad de fuera quien fuera el que había hecho a mi hermano adoptar esa actitud. Un par de segundos después conseguí superar mi ceguera y me encontré con la mirada resplandeciente de Ubbe.
-Te estaba buscando.- Anunció sin ninguna señal de alerta en su tono de voz. Noté como Egil me miraba con el ceño fruncido, probablemente preguntándose qué había hecho yo para que alguien tan importante como él me buscara.
-Aquí estoy, ¿está todo bien? ¿Él está bien?
No era la primera vez que pensaba en el estado de su hermano menor, pero sí era la primera vez que demostraba mi consternación en voz alta. Durante los dos días que habían pasado desde mi última visita no me había sacado de la cabeza la fijeza de su mirada, ni tampoco la forma en la que sus músculos se contraían bajo la piel al padecer aquel fuerte dolor.
-Sí, está mejor. Pero esperaba que pudieras echarle otro vistazo, si no es mucha molestia.
-Por supuesto.- Nunca lo habría admitido en voz alta, pero sentí una extraña alegría al saber que volvería a verle. No debería sentirme así, así que adopté la expresión más seria y profesional posible.- Egil, ¿te importa que me ausente unos minutos?
Mi hermano seguía sin acabar de entender la situación. Le había contado lo de mi "pequeña aventura" -según sus palabras- sobre mis intentos de curar a Ivar el Deshuesado, pero creo que él pensaba que me trataban como a una mera esclava más. Por el contrario, el hijo mayor de Ragnar y Aslaug había acudido a mí y, amablemente, me había pedido acompañarle.
-No tardaré, lo prometo.- Insistí ante su mutismo.
-No creo que haya ningún problema, ¿no?- Dijo Ubbe extendiendo su mano en mi dirección, invitándome a salir de detrás del puesto y acompañarle de una vez por todas.
-No, claro que no. Tarda lo que sea necesario.- Cedió finalmente. Esbocé una sonrisa de agradecimiento y me uní a Ubbe, quien me trasladó hasta el Gran Salón sin la necesidad de abrirnos paso entre la gente, pues era la misma gente la que se abría a nuestro paso. Ubbe giró el rostro para mirar mi cara de desconcierto y sonrió sin separar los labios.
-¡Vaya, hermano! No es justo adueñarse de todas las mujeres de la ciudad.- Exclamó un hombre nada más entramos en el Salón. Éste tenía el pelo largo trenzado hacia atrás y una sonrisa divertida le adornaba el rostro.
-Hvitserk.- Le nombró Ubbe con un tono de reproche que hasta a mí me dio escalofríos.- Ella es Astryr, se está encargando de curar la pierna de nuestro hermano.
-Seguro que sólo eso....- Musitó con gracia. Ubbe se puso tenso y apretó la mandíbula con fuerza.- Tienes que venir, ha llegado el vendedor por fin.
-Ahora no puedo...- Ubbe hizo el amago de continuar andando, yo le seguí de cerca y por poco no me choco contra su espalda cuando frenó en seco.
-Tiene que ser ahora, sino se irá.
-Joder Hvitserk, siempre tan oportuno...
Teniendo el cuenta el tono divertido de Hvitserk no estaba muy segura de si eran los inicios de una pelea entre hermanos, pero de todos modos decidí tomar la palabra.
-Yo iré a ver a Ivar y mientras tanto tú puedes ir a dónde te necesiten.
-Está bien, pero deja que te acompañe.
-Puedo ir sola, no hace falta que me escoltes.- Reí ligeramente, esperando que él no interpretara eso como una falta de respeto.- Encantada de conocerte, Hvitserk.
El aludido asintió con la cabeza frunciendo los labios en forma de sonrisa y enseguida se dio la vuelta esperando que su hermano lo siguiera. Por mi parte, dirigí mis pasos hacia la habitación del convaleciente, cuyo recorrido ya me sabía de memoria. Al entrar lo encontré totalmente solo, tumbado en la misma posición en la que le dejé dos días atrás.
-Astryr.- Mi nombre salió de sus labios como en un suspiro, el mismo que yo solté al escuchar su voz. Clavando los puños en la cama, logró incorporarse, acompañado de expresiones de dolor y molestias.- Has vuelto.
ESTÁS LEYENDO
El palacio del sufrimiento // Ivar The Boneless
FanfictionY te quiero a rabiar Pero sabes que hay un infierno dentro de mi cabeza No te dejes llevar Lucharé contra las fieras No te dejes llevar Tengo el corazón a medias ¿No te dije que me llenas? [Créditos: Hoy es el día - Lionware] Finalista Premios Watty...