137 - Química

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[Narrador Externo]

La vida de la familia no era más que una preparación para el rescate de la reina Astryr, nada era más importante que eso y nadie tenía tiempo para pensar en otras cosas. Ivar y Ubbe parecían estar congeniando mejor que nunca, salvando las diferencias, y ambos pasaban las horas lidiando con los retos logísticos del rescate. Sin embargo, los más jóvenes lograban encontrar descansos de vez en cuando que utilizaban para hacer pequeñas escapadas. Era Einar quien se evadía algunas veces de su extenuante tarea y buscaba momentos para estar con ella.

—¡Te odio!—Exclamó Asa mientras se agarraba los costados de la falda y clavaba la mirada en el suelo para asegurarse dónde pisaba.

—Siempre dices eso, estoy empezando a creerte.—Rio Einar, quien iba unos metros por delante de ella. No obstante, giraba la cabeza todo el rato para asegurarse de que su compañera siguiera el paso.—Ya tienes la falda manchada, puedes dejar de sujetarla.

—Cállate, esto ha sido tu culpa. Me dijiste que no iba a llover.—Rechistó entre jadeos. Sus botas estaban totalmente manchadas de barro y los charcos formados en el camino lo estaban empeorando.

—¡Lo siento por no saber controlar el tiempo!—Continuó Einar bromeando y aumentando la irritación de Asa. Entonces, ella se abalanzó sobre él con la intención de darle un pequeño susto, pero las botas de Einar se deslizaron en el barro y acabó en el suelo.

—¡Oh, por los dioses! ¡Lo siento mucho, no era mi intención!—Exclamó llevándose las manos a la boca. Einar soltó un resoplido de hartazgo mientras veía como casi todo su cuerpo se había teñido a un marrón pringoso.

—¿Ya estás contenta?

—Te he dicho que lo siento.—Se volvió a disculpar, sorprendida por la actitud de Einar. Él, que nunca se enfadaba, parecía estar bastante cabreado con la broma.

—Al menos ayúdame a levantarme.

Asa no tardó en agarrarle del brazo y tirar hacia arriba, pero Einar tenía otros planes totalmente diferentes. Él hizo uso de su fuerza para tirarla abajo, aunque colocó su otro brazo de tal forma que ella cayese encima y no se golpeara demasiado fuerte contra el suelo. Asa soltó un grito de sorpresa y cerró los ojos con miedo. Para cuando los volvió a abrir, su caro vestido de seda estaba completa y absolutamente manchado de barro, así como su cara estaba llena de pequeñas salpicaduras.

—¡¡Einar!!

A él le encantaba cuando ella gritaba su nombre de esa forma, con una mezcla de cabreo y diversión a la vez. Le gustaba molestarla, sacarla de su zona de confort, hacerla reír a carcajadas mientras juraba que le odiaba.

—No se puede jurar en falso, princesa.—Espetó, clavando la mirada en esos ojos suyos que ahora tenía tan cerca. Su brazo aún la rodeaba, ambos tirados en un camino cualquiera de vuelta a casa. Él tuvo el sentimiento de que ese momento era su favorito del día y ella supo que esa noche no podría conciliar el sueño por estar rememorando este instante.

—Lo único que digo es que hoy no eres mi persona favorita.—Masculló, sintiendo el bloqueo que le producían los dedos de Einar en su cintura.

—No soy tu persona favorita ningún día.—Protestó con cierta gracia en su tono. Los dos sabían que eso no era cierto, pero él todos los días conseguía hacer algo que la fastidiara, algo que le arrancara una sonrisa enmascarada en molestia.

Asa negó la cabeza y atrapó su labio inferior entre los dientes para que no la pillara sonriendo. Después se levantó, se intentó limpiar el vestido sin éxito y esperó a que él volviera a ponerse en pie.

El palacio del sufrimiento // Ivar The BonelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora