89 - Tentar

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Mis ojos quedaron fijados en la puerta del Gran Salón, esperando con ansias la entrada de alguien más. Entretanto, mis dedos jugaban con el colgante de plata que hacía tanto tiempo me había regalado Ubbe. Nunca me lo había quitado porque me daba miedo desprenderme de la única cosa que me quedaba él, aparte de los miles de recuerdos que alumbraban mis ojos.

No había vuelto a hablar en voz de alta sobre Ubbe desde que decidí quedarme en Kattegat, rechazando su petición de acompañarle en aquel viaje. El remordimiento y la culpa eran sentimientos que trataba de ignorar, pero en el fondo siempre estaban ahí. Siempre tenía una voz en la cabeza asegurándome que no hice bien las cosas y que perdí, quizás para siempre, a un hombre que admiraba y que me amaba con sinceridad. Deseaba que las cosas hubieran sido diferentes y que nunca hubiese tenido que elegir entre él o Ivar. Me partía el corazón cuando recordaba cómo sus barcos se alejaban hacia un viaje en el que prometí acompañarle.

Pero ahora todos mis sentimientos y temores parecían quedar descubiertos mientras esperaba con la mirada iluminada a su aparición en mi casa. No sabría cómo reaccionar si le volvía a ver, incluso dudaba de que me hubiese perdonado. Lo único que tenía claro es que me dolía el pecho cada segundo que pasaba sin su presencia.

—Bjorn, me alegro de verte vivo. Para ser sincero, hace años que dejé de esperar tu llegada.

La voz de Ivar me sacó del ensimismamiento, obligándome a recuperar la compostura y dirigir mi mirada hacia Bjorn. Estaba tan cambiado y tan desmejorado que no podía dejar de analizarle de arriba abajo.

—Veo que has cuidado bien de Kattegat. Por suerte ya he vuelto y esta vez es para quedarme. Te daré un par de minutos para dejar libre ese trono.— Habló Bjorn con prepotencia. A pesar de que intentaba marcar sus palabras con seguridad, entre líneas se percibía otra cosa totalmente opuesta.

—Tan gracioso como siempre.— Rió Ivar, aunque sin una pizca de diversión.— Quédate a cenar, tendrás hambre. Soñar despierto es cansado, ¿verdad?

—Dímelo tú.— Dijo con seriedad, cambiando radicalmente la expresión de Ivar a una impertérrita. Yo me agarré a los apoyabrazos del trono deseando que esta visita no acabara en confrontación.— ¿Para cuándo es esa cena?

Unas horas después el Gran Salón se adornó de comida y de invitados, mayoritariamente de aquellos navegantes que habían vuelto en los barcos de Bjorn. Yo buscaba a Ubbe por todos lados y aún no le había visto aparecer, lo cual me tenía con la actividad cardíaca al borde del colapso. Me había hecho tantas ilusiones de volver a verle que me sentiría destrozada si no era así.

Ivar también estaba nervioso por el retorno de su hermano pero no lo admitía, simplemente se paseaba por ahí con aires de seguridad y suficiencia, aunque sus guardias no le quitaban el ojo de encima. Ni a él ni a Einar ni a mí. Temía que hubiera una revuelta y nos pasara algo, aunque yo no lo veía factible. Los hombres de Bjorn quedarían reducidos a pedazos antes de levantar un solo brazo.

Al llegar la hora de la cena conseguí interceptar a Bjorn y él me dirigió una mirada condescendiente. Seguía sin caerme bien.

—¿Qué quieres?

—¿Ubbe no ha vuelto contigo?— Pregunté temerosa, aunque preparada para la respuesta.

—No.

—Pero está vivo, ¿verdad?— El corazón me había dado un vuelco al imaginar la posibilidad de que no lo estuviese. Bjorn apartó la mirada.

—Casi no lo consigue, pero sí. Está vivo.

Bjorn se alejó hacia la mesa de los hombres y yo me quedé de pie en el sitio, con el corazón en un puño. No me quería imaginar por lo que habría pasado. No quería sentirme por culpable por no haber estado ahí para él. Aún así los ojos se me cristalizaban y me costaba recomponerme de la noticia.

El palacio del sufrimiento // Ivar The BonelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora