76 - Matrimonio

2.8K 181 16
                                    

No había pasado el tiempo suficiente como para digerir que el día de mi propia boda ya había llegado. Durante las últimas semanas, Ivar se había encargado casi en exclusiva de preparar y organizar todo lo relacionado a la ceremonia. La confección de los vestidos, la elección del casamentero, el festín del banquete, la selección de los sacrificios, las armas para la ceremonia... Absolutamente todo había corrido de su cuenta, bajo la excusa de que yo necesitaba reposar. Lo cierto es que amaba tener bajo control las cosas, y no había nada más importante para controlar que su propio matrimonio. Por mucho que me hubiese gustado participar en la organización, me gustaba la idea de no saber qué me iba a encontrar. Además, para qué negarlo, manteniéndome alejada de aquello me había evitado una alta carga de estrés. No obstante, el día había llegado casi sin previo aviso y me sentía tan asombrada de lo que estaba a punto de pasar que aún no me lo creía.

Me encontraba en la Casa de Baños, un lugar espiritual donde se preparaba a las novias antes de la ceremonia. La espaciosa cabaña era lujosa, pues el negocio le pertenecía a una familia de un alto estatus social, la entrada a los varones estaba prohibida y las únicas trabajadoras eran tres mujeres y varias esclavas. Me tenían tumbada en una bañera de madera, casi en un trance espiritual, pues el lugar era silencioso y pacífico. Dos esclavas enjugaban mi cuerpo con agua templada enriquecida con plantes y flores, cuyas propiedades afrodisíacas tenían como finalidad potenciar la fertilidad de la mujer. Además, los magníficos aromas florales impregnaban mi cuerpo y cabello haciéndome sentir liviana y pura.

Cuando el baño finalizó y todo mi cuerpo hubo secado, las dos esclavas me enfundaron en el precioso vestido que Ivar había mandado confeccionar. Como no podía ser de otra manera, era un vestido tradicional, regido por todas las normas que habían dictaminado los dioses. En primer lugar, destacaba una abertura en el pecho, anudada por lazos de seda blanca, cuyo objetivo era facilitar el dar el pecho después de dar a luz. Después, un cinturón amplio y marrón fruncía mi cintura, de modo que se creaba una ilusión visual de ensanchamiento de mis caderas, lo cual simbolizaba fertilidad. El único elemento que los dioses habían dejado para gusto de los novios era el color del vestido, y para sorpresa de nadie, Ivar había elegido el verde, pues simbolizaba fertilidad y salud. Sentí una especie de conexión espiritual con él tras ver su elección del vestido de novia, pues lo había mandado configurar tal y como esperaba.

—Nos tenemos que ir ya, ¿estás lista?— Preguntó Margreth, asomando la cabeza entre unas telas que caían desde el techo y que separaban el vestidor del resto de la sala. Sus ojos se iluminaron al verme y se llevó cubrió la boca con una mano.— Increíble. ¡Vámonos antes de que llegemos tarde!

Fuera de la Casa de Baños aguardaban un grupo enorme de mujeres que cuchicheó entre sonrisas al verme aparecer. Alguna de ellas incluso me piropeó y yo noté como me enrojecían las mejillas. Caminamos Margreth y yo a la cabeza en dirección al lugar de la ceremonia, una pequeña hondonada en el bosque. Las bodas se celebraran en diferentes lugares, pero una vez más, Ivar había elegido el que se consideraba el favorito de los dioses.

—¡Cuánta gente! ¿Por qué hay tanta gente?— Me sentí espantada al ver la cantidad de personas que se encontraban en el lugar. Sin pecar de exagerada podía decir que más de la mitad de la población se encontraba ahí reunida. No recordaba tanta expectación en la moda de Margreth y Hvitserk.

—Cuando estés al lado del hombre al que amas, dejarás de reparar en los demás.— Me aseguró Margreth antes de darme una sonrisa sincera y dirigirme con la mirada a donde Ivar aguardaba.

En medio del lugar se había preparado el anillo de juramentos, compuesto por piedras con runas. El novio esperaba dentro sin su muleta, erguido sobre sus débiles piernas. Me apresuré hacia él aterrorizada, sintiendo en mi propio cuerpo el dolor que aquello le estaría suponiendo.

El palacio del sufrimiento // Ivar The BonelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora