Los días se sucedían unos a otros, todos iguales, todos con el mismo silencio y la misma aburrida rutina. El verano daba paso al otoño y yo seguía obcecada en la idea de escapar, pero lo más lejos que había llegado había sido en mis sueños. No obstante, el rey había comenzado a darme un trato diferente, y es que desde hacía varias semanas me venía a visitar un sacerdote para enseñarme a leer y a entender un libro sagrado llamado La Biblia. Reconocí ese libro enseguida, pues se parecía mucho a uno que Ivar me trajo hacía años de una redada en Essex. Las horas de estudio eran extenuantes, pero irónicamente era el momento donde menos seguridad tenía. La puerta la dejaban cerrada sin llave y sólamente había un guardia fuera que se ocupaba de vigilar todo el pasillo. Este pequeño avance no me aseguraba el éxito, es más, ni siquiera era una mínima parte del recorrido que debía hacer para desaparecer del alcance del rey, pero era un primer paso que alimentaba mis más ansiados deseos.
Ese día llevaba más de tres horas con el sacerdote escuchándole alabar a su dios y ridiculizar a los míos. Era cansado y me llenaba de furia, pero con el tiempo aprendí a dejarme llevar y simplemente a asentir ante todo lo que decía. Sabía que su única función era lavarme el cerebro, y no iba a mentir, en las horas más débiles conseguía su propósito. Pero, ¿cómo iba a negar completamente a mis dioses con todo lo que me habían dado? No podía, no debía debilitarme tanto como para caer en eso.
Al terminar la clase entró un soldado de la Guardia Real y me informó de que el rey quería verme. Hacía tiempo que eso no pasaba así que fui con los nervios a flor de piel hasta su despacho, una zona del castillo que jamás había visto y que estaba extremadamente protegida.
—Me alegro de volver a verte, Astryr. Las clases con el sacerdote te están sentando bien.— Me dio una sonrisa picante que me hizo temblar y después me indicó que me sentara frente a su escritorio.— Te estarás preguntando qué haces aquí. Pues verás, recientemente me han llegado noticias de tu esposo y pensé que compartirlas contigo te ayudarían a lidiar con el resto de tu estancia en el castillo.
El corazón me empezó a latir en la garganta y las manos me sudaban. Tenía tantas ganas de saber de él... Lo que fuese, con tal de que le implicase.
—¿Cuáles son esas noticias?
—Parece ser que tu marido ha sembrado el reino del terror allá por vuestras tierras. Sus buenas decisiones han producido levantamientos y revueltas por todo el país, la desatención de la agricultura ha paralizado el comercio y los exaltados han atacado diferentes ciudades importantes del reino como oposición a su monarca. Al parecer, la reacción de tu esposo ha sido masacrar pueblos insurrectos enteros, sin discriminar a niños o a mujeres. Es realmente un monstruo..., ¿acaso sabes con quién estás casada?
Un jadeo quedó ahogado en mi garganta. Si eso era cierto el reino estaba en verdadero peligro. Una parte de mí no quería creerlo, quería pensar que Ivar nunca llegaría a esos extremos con su propia gente. Podía tener la sangre fría y unos peculiares instintos macabros, pero jamás había cometido tales brutalidades contra nuestro propio pueblo. Yo sabía que a él le importaba tener un reino fuerte y próspero, y eso nunca podía ir ligado a ese tipo de acciones sin piedad.
—No me puedo imaginar las cosas horribles que debió hacer ese hombre para poseerte. Ni siquiera se le puede llamar hombre, es un monstruo sádico y sin empatía.
—No hables así de él, le quiero.—Espeté con los labios fruncidos en una línea y el ceño drapeado. Estaba intentado cambiar la imagen que tenía de Ivar, quería hacerme odiarle o temerle.
—Puedes querer a un monstruo, pero eso no cambia lo que realmente es.— Hizo una pausa dramática y volvió a hablar.—Verás Astryr, lo creas o no es aquí donde estás a salvo. Eventualmente podrás volver, si quieres, a un reino de dioses falsos, podrás volver a las mismas manos que han masacrado cientos de vidas sin piedad. Podrás volver a ser dominada por ese ser controlador, dominante, que impone su voluntad a través del temor y que le fascina la muerte. Si él toma las decisiones correctas, podrás volver a tener todo eso. O puedes quedarte aquí y tener mucho más.
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El palacio del sufrimiento // Ivar The Boneless
FanficY te quiero a rabiar Pero sabes que hay un infierno dentro de mi cabeza No te dejes llevar Lucharé contra las fieras No te dejes llevar Tengo el corazón a medias ¿No te dije que me llenas? [Créditos: Hoy es el día - Lionware] Finalista Premios Watty...