26 - Impotencia

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[Narrador Externo]

No importaba cuánta gente abarrotara el Gran Salón, él siempre la controlaba bajo su mirada. Sabía dónde estaba en cada momento, qué hacía y con quién hablaba. Tenía ese pequeño fetiche, necesitaba tenerla bajo control. Aunque no hiciera nada, aunque no pensara acercarse a ella. Para él era importante saber cómo estaba.

—Ivar.— Le llamaron por tercera vez consecutiva. Él soltó una bocanada de aire y apartó la mirada de Astryr, quien se encontraba hablando con Ubbe al lado de una columna.— ¿Estás bien?

—Sí, claro.— Sonrió forzadamente a la chica que le miraba a su lado. Keissa tenía unos ojos increíblemente grandes pero no le interesaban, no le transmitían nada. O quizás simplemente no buscaba nada en ellos.

Desde que su comportamiento hacia ella se había tornado menos rudo, Keissa parecía estar dispuesta a aguantarle, o por lo menos, se permitía más confianzas con él. Su condición de esclava no le impedía admirar la belleza de Ivar, su innegable atractivo. Sin embargo, evitaba con todas sus fuerzas mirarle las piernas, algo que la repugnaba y le hacía sentir inferior. El único hombre que se había fijado en ella era un tullido y eso no la subía el ánimo en absoluto.

Ivar notaba cómo ella apartaba la mirada de sus piernas e indudablemente le dolía. Había una especie de regla no escrita acerca de no mirarle fijamente las piernas, causándole así muchos más complejos e inseguridades. Cuando pensaba que estaba acostumbrado, venía alguien nuevo y le daba una buena dosis de realidad. Jamás se acostumbraría a ser lo peor de la sociedad, el hijo tullido del rey, el que debió morir, el que mató a su hermano sano.

Sin embargo, con Astryr no se sentía así. Ella no solo había mirado sus pierna fijamente, sino que las había curado. Le vio roto y nunca apartó la mirada. Eso no se le olvidaría jamás.

Como tampoco se le olvidaría que no se merecía un tullido. Cuanto más pensaba en ella, más se daba cuenta de que no era justo reclamar algo que no era suyo. Ella tenía que estar con Ubbe, no podía competir. Por mucho que le destrozara por dentro, no se merecía tan poco.

Entonces llegaba al punto de partida. ¿Acaso él merecía ser amado por alguien?

Sin darse cuenta, las lágrimas se empezaron a agolpar en sus ojos tristes. Esos pensamientos eran tan destructivos que le rompían en cualquier momento. Pero antes de mostrarse vulnerable frente a tanta gente agarró su muleta y se levantó para salir de allí.

—Ivar, ¿a dónde vas?— Preguntó la esclava.

—A mi habitación, te espero allí.

Le dedicó una tímida mirada a Astryr, la cual se encontraba en ese momento entre los brazos de su hermano mayor. No podía seguir aguantando eso.

Keissa no tardó en presentarse en su habitación. Era una mujer preciosa bajo los ojos de cualquier hombre, pero él estaba ciego de celos, rabia y tristeza.

Dejó que ella se acerca y la miró muy de cerca. La proximidad le hacía sentir incómodo, porque algo en su cabeza le gritaba que esa no era la mujer que deseaba. Que esa mujer estaba allí fuera, a unos metros de distancia, con su propio hermano, en sus brazos. Ivar apartó esos pensamientos y se dejó besar por la esclava. Sin embargo, no sintió nada. ¿Qué estaba haciendo?

Keissa creía saber lo que él quería, así que empezó a desnudarse y a mostrar su cuerpo casi perfecto

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Keissa creía saber lo que él quería, así que empezó a desnudarse y a mostrar su cuerpo casi perfecto. Con tanta belleza, era increíble que fuera una simple esclava, pero quizás esa noche podría hacer que las cosas cambiaran.

Ivar no podía hacer que su mente callara y eso le empujó a continuar lo que había empezado. Se sentía estúpidamente inseguro e inexperto, ella llevaba las riendas de la situación y eso le producía un cierto disgusto. Él quería tener el control, pero no sabía qué hacer y los nervios le comenzaron a jugar una mala pasada.

Ella le llenó el cuerpo de besos vacíos, dejando un rastro húmedo que hasta le llegó a molestar. Pero la peor parte fue cuando sus piernas quedaron totalmente expuestas. Keissa no las dedicó una sola mirada, mientras que Ivar las tenía fotografiadas en su mente y odiaba esa imagen. Odiaba todo lo que bullía en la cabeza en esos momentos. Quizás, debido a eso las cosas no iban tan bien como se esperaba de él. Keissa lo miró con una mezcla de reprobación e inquietud, casi con una mueca burlesca.

—¿No puedes...?

La sola insinuación provocó en Ivar un tormento, la liberación de todos sus demonios que tanto esfuerzo estaba poniendo por mantener a raya.

En un rápido movimiento se posicionó encima suya y apretó una cuerda alrededor de su cuello.

En un rápido movimiento se posicionó encima suya y apretó una cuerda alrededor de su cuello

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—No vuelvas a insinuarlo si quiera. Como le digas esto a alguien te mataré yo mismo.— Gruñó con rabia contenida en su oído. Ella tosió en un intento desesperado por liberar su garganta obstruida.

Se sentía tan humillado que la hubiera matado en ese momento, tenía la vida de aquella esclava en sus manos y estaba dispuesto a seguir tirando de la cuerda hasta que ella dejara de moverse bajo su cuerpo. Pero un resquicio de juicio le hizo destensar la cuerda y darle una oportunidad a esa vida.

—Fuera.— Sentenció con autoritarismo, obteniendo a cambio su obediencia al instante. Salió de allí prácticamente desnuda, pero eso era algo que no le importaba lo más mínimo.

Gritó con todas su fuerzas contra la almohada para después dejarse caer, y dejar caer las lágrimas que llevaban atascadas en sus ojos más tiempo del debido.

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¡Holaa! ¿Cómo estás llevando la cuarentena? Esto va para largo... La buena noticia es que tengo muchísimo tiempo para escribir y llevo escritos un montón de capítulos. Mientras escribía y leía algunos comentarios me han surgido varias dudas:

1) ¿Qué opináis sobre Ivar? Uno de mis objetivos eran hacerle realista y fiel a la historia real. Sé que a veces puede parecer un bipolar de manual, pero espero que se entiendan sus razones. Creo que todos coincidimos en que Ivar tiene serios problemas (pueden ser problemas mentales como psicopatías o problemas de deprivación de afecto en la infancia, o causadas por el dolor crónico...), así que es un personaje difícil de entender y de empatizar. Me encantaría saber qué opináis sobre él.

2) ¿Erotismo explícito? Me gustaría saber vuestra opinión acerca de escenas eróticas explícitas, o al menos hasta cierto punto. Las cosas que ya tengo escritas son bastante sugerentes, pero no literalmente descriptivas. Aunque esto depende bastante de lo cómoda que me sienta escribiéndolo, me ha surgido la duda de saber si os gustaría leer algo así o no.

Espero vuestros comentarios al respecto, sinceramente la retroalimentación es lo mejor de esta plataforma y es lo que más motiva a los escritores para seguir.

En los tiempos que corren, os deseo mucha salud y que la cuarentena no se haga muy pesada!

El palacio del sufrimiento // Ivar The BonelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora