112 - Sobrevivir a la muerte

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[Narrador Externo]

En momentos de guerra no había tiempo para lamentos ni remordimientos, por lo que Ivar tuvo que recomponerse y quitarse de encima el peso de la muerte de Erika. Más tarde vería qué hacer con su cuerpo, pero tenía claro que no quería volver a verlo nunca más. Esa mujer había desatado más demonios de los que estaba dispuesto a asumir.

Las calles de Kattegat era una miscelánea caótica propia de cualquier guerra sangrienta, de cualquier estado de lucha entre individuos. Nadie en la ciudad se había rendido, sino que luchaban hasta el límite para defender lo que era suyo, incluso para defenderle a él, a su rey.

Ivar participó activamente contra algunos guerreros, los cuales le dañaron pero no le destruyeron. Sus gritos guturales y su mirada intensa podían causar más daño que la propia hacha que empuñaba. Después de que los tres hombres cayeran uno a uno, Ivar encontró en la distancia a la figura de Viggo, quien luchaba abiertamente contra los mismos hombres que le habían acogido durante los últimos meses, sus propios vecinos. En pocos segundos recorrió la distancia que los separaba y consiguió salvar a uno de los hombres al lanzar una daga con perfecta puntería al brazo de Viggo. Éste dejó caer su espada y soltó un grito de dolor.

Aprovechando su debilidad, Ivar lo empujó fuertemente provocando que cayera en el interior de un gallinero. La paja y la tierra se entremezclaron con el dorado de su cabellera.

—Lo sabía, sabía que no me podía fiar de ti.— Gruñó Ivar con rabia contenida mientras le apuntaba con el hacha de mango largo. Un latigazo a su pecho y estaba muerto.— Te vas a arrepentir de haberme conocido, hijo de puta.

—Lo hago desde hace tiempo.— Bramó mientras se retorcía en el suelo y se presionaba la zona del antebrazo izquierdo que había sido perforada por la daga. Su pecho se movía rítmica y aceleradamente, como si no le llegara aire suficiente a los pulmones.— No sé cómo ella ha aguantado tanto tiempo a tu lado.

¿Por qué a todo el mundo le sorprendía tanto su relación con Astryr? O mejor dicho, ¿por qué todo el mundo se asombraba por el hecho de ella le amara?

—¿Dónde está Astryr? ¿A dónde demonios la has llevado? Te juro que como le haya pasado algo...— Su mente había empezado a divagar, imaginando que la historia de Ubbe era una farsa y que las indicaciones de los compañeros de Viggo le habrían llevado al océano, al fin del mundo para morir. Viggo soltó una risita molesta.

—¿Qué? ¿Me matas? No te veo con otros planes ahora mismo.

—Al contrario, vas a rogarme que te mate. Dime dónde diablos están mi mujer y mi hermano. ¿A dónde les has conducido?— El filo del hacha se apretó contra la garganta del rubio, quien tragó saliva con esfuerzo. Ivar le miraba fuera de sí, controlando las ganas de rajarle el cuello antes de que hablara.

—Ellos están bien, deben estar con Ubbe en estos momentos.

—¡Mientes!

—No estoy mintiendo.— Apretó los dientes y levantó la cabeza del suelo con rabia. Las venas de la sien se le hicieron más patentes que nunca.— Ella está a salvo, no quería que le pasara nada. Y si tiene un mínimo de inteligencia no volverá nunca aquí.

—¿Por qué dices eso?¿Desde cuándo tenías planeado esto? ¿Acaso Ubbe está detrás de todo?

—No. Trabajo para el rey Helson desde hace años y mi cometido era infiltrarme para asegurar la victoria de la conquista. Te lo contaré todo si apartas el maldito metal de mi garganta.

Ivar rió sin gracia para luego adoptar la misma expresión amenazante, esta vez apretando aún más el arma contra su piel. Viggo cerró los ojos un instante y gruñó como un animal.

El palacio del sufrimiento // Ivar The BonelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora