142 - La verdad

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Hacía más de tres meses que había conseguido escapar del castillo del rey Æthelred y desde entonces era perseguida incesantemente por su ejército. Al principio no me resultó demasiado difícil huir de sus soldados, gracias a los contactos de Bella y su amado, quienes me ayudaron en todo lo posible. Pero después, la ansiedad del rey ante mi huida le llevó a tomar la decisión de publicar mi rostro en todas partes y a ofrecer una recompensa para quien me llevara ante las autoridades. Desde ese momento, debí separarme de Bella y empezar a tomar mi propio camino para no ponerles en peligro, ya que si el rey descubría que me habían ayudado les asesinaría.

Mi principal cometido desde el principio había sido cruzar la frontera hacia Wessex, donde podría encontrar albergue entre nuestros colonos. Sin embargo, las fronteras estaban totalmente militarizadas haciendo imposible que cualquiera se acercara sin ser forzosamente detenido e identificado. Por lo tanto, y hasta que encontrara otra solución, vivía en el extenso bosque sur de Mercia sola y agazapada. Caminaba de un lado a otro en busca de alimentos, agua y lugares seguros donde pasar las frías noches. Hacía tiempo que evitaba a otros seres humanos porque no confiaba en ellos.

La última mujer en la que confié fue una madre que se ofreció a ayudarme. Ella pasaba por uno de los caminos con su hijo pequeño cuando me vio tirada en el suelo, al borde de la hipotermia y con heridas superficiales congeladas. Sin ofrecer resistencia, dejé que me llevara hasta su hogar, una pequeña choza en medio de la nada, donde cuidó de mí durante un día entero. No obstante, cuando quise salir me di cuenta de que me habían encerrado y probablemente estuvieran manteniéndome cautiva hasta que llegara la Guardia Real a por mí. No podía dejar que eso pasara, es más, prefería fallecer de hipotermia en el bosque antes que volver al tétrico castillo. Así que hice acopio de toda mi fuerza para derribar la puerta y salir del pequeño zulo donde me tenían metida. Al darse cuenta, el marido, a quien acababa de ver por primera vez, me intentó detener lanzándome cuchillos a la espalda como si fuera una maldita diana. Lo único que fui capaz de hacer con todo el miedo que me consumía fue arrebatarle el sable que sujetaba temerosamente el niño y clavarselo en el pecho de su padre. Después, huí.

Supe instantáneamente que ese suceso pasaría a formar parte de la colección de pesadillas que me atemorizaban cada noche. Y prácticamente cada día se sumaban nuevas experiencias, pero no podía parar de sobrevivir. Sin aire en los pulmones y con marcas de cuchillos en la espalda, buscaba mantenerme con vida. Podía jurar que las ganas de darme por vencida eran a veces aplastantes, pero no podía irme sin volver a ver una última vez a mi familia. No podía dejar a mis hijos sin madre, ni quería abandonar a Ivar a una lucha sin motivo. Así que se podía decir que, aún toda rota, el amor me mantenía las heridas lo suficientemente cerradas como para no desangrarme. Seguiría sobreviviendo por ellos.

(***)

[Narrador Externo]

Los preparativos del rescate de la reina estaban completados: un ejército de indecibles dimensiones estaba preparado para partir hacia Inglaterra en los próximos días. Había sido todo un reto reunir tal ejército en tan poco tiempo, desde el punto de vista humano, material y económico, pero también había sido muy sacrificado. Las revueltas en todo el reino se seguían produciendo y el odio hacia Ivar iba en aumento, pero él se encontraba más que satisfecho. En pocos días, volvería a pisar aquella repulsiva tierra británica y la salvaría y se convertiría en un salvaje contra todos aquellos que la retuvieron. Conocía de antemano las atrocidades que iba a cometer y se regodeaba en ellas. No podía con la espera.

—Hijo, ¿no estás emocionado? Vamos a rescatar a tu madre.

Ivar giró el cuello para observar a su hijo, el cual llevaba mucho tiempo decaído y con la mirada absorta. Ni siquiera se había alegrado cuando le dijo que un tatuador iba a venir esa misma tarde a hacerles algunos diseños.

El palacio del sufrimiento // Ivar The BonelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora