69 - Quiere alejarte de mí

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El reencuentro con Ivar me había dejado destrozada y confundida. Pensaba que mi vida había cambiado inexorablemente: por el desahucio de mi padre, la muerte de mis hermanos, el largo viaje en el que me embarcaría en pocos días, la incipiente relación con Ubbe... Y todo eso se había visto frustrado al volver a verle. Bastó con volver a sentir sus pupilas en las mías para saber que lo nuestro no había terminado. No podía terminar si aún nos queríamos tanto. Pero las cosas no eran tan fáciles como nos gustarían. Ubbe no se merecía que le tratara así.

—Él sabía dónde se estaba metiendo cuando te dijo lo que sentía.— Apuntó Margreth.

—Simplemente fue honesto. Además, no me lo dijo hasta que lo mío con Ivar estuvo totalmente roto. Supo esperarme.— Bajé la mirada hacia mis manos, donde jugaba con la esquina de una manta.

—Entonces tú también debes ser honesta contigo misma. No estás enamorada de Ubbe, acéptalo.

—¿Por qué quieres que le deje?— La miré.— Pensaba que te caía bien.

—No se trata de eso. Se trata de tu felicidad, y sé que no serías feliz al lado de Ubbe. Simplemente por el hecho de que no le amas.

—Pero le quiero, le tengo cariño. Es una buena persona y siempre ha cuidado de mí.

—¿Y qué hay de Ivar?— Preguntó de forma directa y yo me quedé muda buscando una respuesta. No me era fácil hablar sobre él porque no tenía claros los sentimientos que debía permitir o los que debía inhibir.

—Yo... No sé si puedo perdonarle por lo que hizo.— Logré articular. Margreth soltó un suspiro, razonando mis palabras y entendiéndolas.— ¿Tú qué harías? ¿Le perdonarías a pesar de que mató a sangre fría a mi hermano?

—No sé qué haría en tu lugar, pero si sé que deberías valorar el hecho de que eres amada por un hombre que odia a todo el mundo y que no tiene sentimientos por nadie más. Has despertado en él la capacidad de querer y eso debería significar algo para ti. Sé que Ivar no es la mejor persona del mundo, es más, ni siquiera me cae bien. Pero creo que hay algo muy fuerte entre vosotros dos y sería una lástima que se echase a perder.

Las palabras de Margreth me reconfortaron por un lado, pero causaron mucha más incertidumbre de la que ya padecía. Era consciente de que el sentimiento que tenía por Ivar era intenso, verdadero y puro, pero también me había hecho sufrir de tantas formas que sería un comportamiento hasta masoquista si decidiera volver con él. De Ubbe, en cambio, no me sentía enamorada pero sí valoraba lo buena persona que era y sabía que podía darme un buen futuro.

—¿De qué habláis, mujeres?— Dijo Hvitserk, haciendo su aparición por la habitación con una toalla alrededor de la cintura.

Cuando llegué al Gran Salón me encontré con Margreth y nos dedicamos a hablar durante un largo rato en la habitación de Hvitserk, mientras esperábamos a que él saliera de su eterno baño.

—Cosas nuestras.— Respondí rápidamente, intentado eludir el tema. Hvitserk se llevó las manos a la cintura sin quedarse conforme con mi escueta respuesta.

—Ahora que lo pienso bien, prefiero no saberlo.— Contestó y ambas mujeres reímos.

—Os dejo solos, mañana nos vemos.— Me levanté de la cama siendo consciente de las miradas intensas que se habían empezado a lanzar. Margreth me regaló una sonrisa bondadosa, como si quisiera apaciguar la tormenta que llevaba dentro de mí.

Salí de la habitación de Hvitserk y cerré la puerta tras de mí con cuidado de no hacer mucho ruido. Al girar mi cuerpo para atravesar el pasillo que conducía a la habitación de Ubbe, me percaté de una mirada punzante y oscura sobre mí. Ivar estaba en el Gran Salón, jugando a girar como una peonza un cuchillo que había clavado en la mesa de madera. Una luz exigua alumbraba débilmente sus facciones y escondía el brillo de sus ojos azules como el océano. El corazón me empezó a doler en el pecho al forzarme a huir de aquello que anhelaba. Tragando saliva volví la vista hacia el suelo y caminé descalza hasta la habitación de Ubbe.

El palacio del sufrimiento // Ivar The BonelessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora