Ponerse al día supuso un gran choque de realidad para todos, pero especialmente para aquellos que debían decidir qué hacer con el futuro del asentamiento. Esa decisión no dependía de mí, pues mi único cometido había sido el de asegurarme que Ubbe estuviera sano y salvo. Y ahora que conocía los peligros de su estancia aquí, solo podía rezar para que dejara este lugar y volviéramos todos juntos a Kattegat. Desgraciadamente, la hostilidad del reino donde estábamos asentados era demasiado amenazante como para vivir una vida relativamente tranquila, pues este lugar siempre estaría bajo las amenazas del reino.
Lo triste era perder aquel retiro tan espléndido, tan iluminado y tan apropiado para todo tipo de cultivos. Sin duda, era una tierra demasiado fértil como para dejarla ir tan fácilmente.
—No te volverás a ir, ¿no?— Escuché a mis espaldas. Dejé de mirar el paisaje y me giré hacia la puerta de entrada, donde se encontraba Ubbe apoyando el antebrazo en el umbral de la puerta.
—Debo hacerlo.— Fruncí los labios y retomé la vista al entrañable laberinto de cabañas y chozas. Al fondo, unas majestuosas montañas se alzaban con cierta elegancia.
—Debe estar echándote de menos.— Añadió, y por su voz pude notar que se estaba acercando. Hacía poco tiempo que se había enterado de que estaba casada con Ivar, aunque probablemente ya se lo esperaba.
—Espero que solo lo necesario.
Le sentí justo detrás mía gracias a su respiración, aunque probablemente tendría que retroceder un paso para notar su cuerpo. Cerré los ojos con frustración y dejé escapar un suspiro. Me estaba costando asimilar toda esta situación, la cual era tan tan diferente a mis ensoñaciones y esperanzas. Claro que no habían sido muy realistas. Le había estado recordando todos estos años como el hombre que era, el que se fue de Kattegat aquel día con una valentía tal que le llevaría a levantar un asentamiento como este. Pero las cosas habían cambiado y yo estaba teniendo problemas para encajarlo todo.
—¿Me odias por haberte dejado aquel día?— Solté de pronto, con el corazón en un auténtico puño. Por fin verbalizaba mi miedo en voz alta.
—Creo que sí, lo hice por un tiempo. Pero ese sentimiento venía de la decepción y el abandono. No fue hasta un tiempo después...— Hizo una pausa que me pareció larguísima para después rozar mi mano con sus dedos. Esta vez sí que sentí mi espalda contra su cuerpo y temblé entera.— Un tiempo después me di cuenta de que no servía de nada odiar lo que tanto había deseado. Y que me estaba engañando a mi mismo creyendo que te había olvidado.
Giré sobre mis talones para mirarle a los ojos y encontré su misma expresión de siempre: unos ojos claros, cristalinos, transparentes y honestos. Pero también dolidos, esa era una nueva especia que nunca le había visto. El infierno por el que había pasado se le había quedado marcado en la mirada y me causaba una extraña necesidad de cuidarle y protegerle, tanto como él había hecho conmigo.
—¿Puedo preguntarte algo?— Él asintió inmediatamente.— ¿Por qué querías que viniera? Te he visto tan feliz con tu mujer que no llego a comprenderlo.
—Es solo un matrimonio. Torvi es una buena mujer, pero simplemente hay cosas que nunca podría hacerme sentir. De todos modos, jamás pensé de forma realista en que te podría volver a ver.
—¿Entonces por qué me mandaste el mapa?— Inquirí y él frunció el ceño. Rápidamente lo saqué de mi bolsillo, se lo entregué y él lo desdobló para mirarlo con atención. Seguidamente me lo devolvió.
—Nunca antes había visto ese dibujo.
—¿Estás seguro?
—Totalmente.
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El palacio del sufrimiento // Ivar The Boneless
FanfictionY te quiero a rabiar Pero sabes que hay un infierno dentro de mi cabeza No te dejes llevar Lucharé contra las fieras No te dejes llevar Tengo el corazón a medias ¿No te dije que me llenas? [Créditos: Hoy es el día - Lionware] Finalista Premios Watty...