No sabía cuántos días habían pasado desde aquel encuentro con el rey, pero sabía que desde entonces no había dejado de planear mi huida. Tenía claro mi recorrido: salir lo antes posible del reino de Mercia y encontrar amparo en las colonias normandas, desde donde intentaría coger un barco que me llevara de nuevo a Kattegat. En mi cabeza parecía un plan sencillo, pero la realidad era que ni siquiera era capaz de salir de esta agobiante habitación.
Me encontraba tumbada en la cama, orientada hacia la ventana desde donde veía cómo el sol se escondía lentamente en el horizonte. Fantaseaba con que Ivar también estuviera mirando al cielo desde su perspectiva y que así estuviéramos compartiendo un momento íntimo y reservado. No iba a mentir, lo que me había contado el rey acerca de Ivar me preocupaba sobremanera porque aunque no creyera que pudiese actuar así, sabía que sería capaz de hacerlo. Solo deseaba que el dolor no le estuviera nublando el juicio, que no perdiera su humanidad para salvarme a mí.
Cuando le conocí me pareció una persona egoísta y extremadamente reservada, siempre alejando a las personas que se preocupaban por él como si eligiera deliberadamente la soledad antes que la compañía. Pero lo cierto era que su inseguridad le dejaba volcado contra sí mismo y que el miedo a ser rechazado era lo que le impedía avanzar en sus relaciones. Con el tiempo aprendí que Ivar tenía una enorme capacidad para amar y para entregarse a sí mismo, quizás de forma excesiva. Sabía que sería capaz de cualquier cosa por mí y eso nunca podría salir de un monstruo -como muchos lo consideraban- sino de un ser generoso y abnegado. A fin de cuentas, los desastres que estuviera cometiendo ahora no me iban a cambiar la imagen que tenía de él, porque le quería mucho más allá de sus errores o taras.
La puerta de mi habitación se abrió de pronto y me sorprendí al ver las visitas. El rey y su hijo Harry acababan de entrar en la estancia sin ningún tipo de aviso o permiso. Me erguí sobresaltada y quedé sentada sobre el colchón.
—Astryr, tan bella como siempre.— Dijo el rey con una sonrisa bobalicona. No me gustaba reparar en ello, pero tenía una forma de mirarme y de hablarme muy repulsiva.— No quiero quitarte mucho de tu tiempo, solo quería acompañar a mi hijo a tus aposentos. La boda se va a celebrar el próximo mes así que me gustaría que fuerais conociéndoos un poco. Estoy seguro de que sabrás comportarte.
Mi boca quedó abierta de par en par al escuchar la noticia. Yo me había negado en rotundo a esa boda, ¿por qué habían seguido adelante con ello? ¡No, no me iba a casar con ese adolescente! Se lo habría gritado a la cara por segunda vez pero el rey ya se estaba marchando y dos guardias entraron en la habitación y cerraron la puerta tras de sí. ¿Qué estaba pasando? ¿Necesitábamos guardia para poder tener una conversación?
—Sé que en tu tierra también existen los matrimonios concertados, no entiendo por qué te asustas tanto.— Creo que era la primera vez que me hablaba a mí directamente y lo hacía con un tono de superioridad que definitivamente no usaba en presencia de su padre.
—Yo ya estoy casada, y no tengo ninguna intención de volver a hacerlo.— Espeté con cierta cautela, conteniendo mi mal humor y sin dejar de mirar a los dos soldados que custodiaban la puerta.
—En algún momento tendrás que despedirte de tu vida anterior y pasar página.
Él hablaba mientras rodeaba la cama y se aproximaba al extremo donde yo estaba agazapada. Era un chico apuesto, de corto cabello dorado y ojos de color castaño, sin embargo su actitud de superioridad y arrogancia le quitaban toda belleza. Por otro lado, su rostro imberbe era un constante recordatorio de su juventud, probablemente rondaba la veintena. Podría ser su madre perfectamente.
—Creo que no tengo nada más que hablar contigo.— Dije cortante. Él me miró con una sonrisa y se acercó hasta quedar al lado de la cama.
—Coincido contigo. No es menester estar molestando a una dama con palabras cuando la tienes preparada en la cama.
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El palacio del sufrimiento // Ivar The Boneless
Fiksi PenggemarY te quiero a rabiar Pero sabes que hay un infierno dentro de mi cabeza No te dejes llevar Lucharé contra las fieras No te dejes llevar Tengo el corazón a medias ¿No te dije que me llenas? [Créditos: Hoy es el día - Lionware] Finalista Premios Watty...