La noche primaveral se presentaba especialmente cálida y apacible, abanicada puntualmente por rachas de viento frío. Una pareja de recién casados montaron una hoguera cerca de su choza y se celebró una fiesta en su honor. Prácticamente todo el pueblo se había presentado a la celebración, por respeto y por interés propio. Se habían sacrificado dos cerdos y había cerveza para todo un condado, lo que se traducía en un festín en toda regla.
Después de la cena los músicos habían comenzado a tocar canciones alegres y primaverales, así que muchas jóvenes nos animamos a bailar alrededor de la hoguera. Mi hermana de diez años, Ingrid, y yo bailábamos dadas de la mano junto con el resto de mujeres al ritmo de los tambores y los cascabeles.
—¡Muy bien! ¡Eso es!— Exclamé orgullosa al ver cómo mi hermana pequeña bailaba. Solté varias carcajadas y miré hacia los bancos donde estaba mi familia. Ubbe tenía un cuerno en la mano y nos miraba con una sonrisa divertida.
En los días que llevábamos aquí me había dado cuenta de cómo le miraban muchas mujeres, deseándole. Más de una bailaba para él, contorneando sus caderas y zarandeando sus largas cabelleras esperando recibir algo de atención. Aunque él no hubiera mostrado signos de interés, me sentía extrañamente celosa. Ubbe era solo un amigo y tenía todo el derecho a acostarse con la campesina que más le atrajera, pero sin embargo, una inquietud constante me mantenía en alerta. No quería que se fuera y que se perdiera en cualquier cuadra con una de esas mujeres. Me gustaba su atención sobre mí, que no me dejara de mirar como lo hacía, ¿era eso malo? ¿Me convertía en mala persona por querer tenerle cerca?
Una de las campesinas que bailaban alrededor de la hoguera se acercó a Ubbe. Él estaba sentado con las piernas bien abiertas y ella se dispuso entre medias susurrándole algo con una expresión claramente coqueta.
—¡Astryr, mira!— Vociferó Ingrid, tirándome del vestido para que la mirara e imitara sus movimientos infantiles. Sonreí distraídamente y volví mi mirada hacia la pareja. La joven morena seguía encima de él y, por lo que podía intuir por su lenguaje no verbal, le intentaba convencer para que bailara. En la ciudad los hombres no solían bailar, así que él debía sentirse muy cohibido.
En cuanto Ubbe captó mi mirada yo aparté la vista con rapidez, agarré a mi hermana de la mano y continué bailando con ella. Mis trenzas volaban cada vez que pegaba un brinco y el vuelo del vestido desvelaba por unos instantes mis piernas. Me sentía libre bailando bajo la luz de la luna, agarrada a la pequeña mano de Ingrid. No obstante, no dejaba de estar pendiente de Ubbe, quién se había alejado unos metros para hablar con aquella muchacha. Estaba claro que se iban a acostar. Mierda. ¿Por qué me molestaba tanto? ¿Por qué se me había caído el corazón al tener tan claro lo que iba a pasar entre ellos?
—Astryr, cariño.— Me llamó mi madre y yo me acerqué a ella. Niels estaba en sus brazos dormido y Helmi iba en camino.— Por favor, llévatelos a casa y acuéstalos. Tú también, Ingrid.
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El palacio del sufrimiento // Ivar The Boneless
FanfictionY te quiero a rabiar Pero sabes que hay un infierno dentro de mi cabeza No te dejes llevar Lucharé contra las fieras No te dejes llevar Tengo el corazón a medias ¿No te dije que me llenas? [Créditos: Hoy es el día - Lionware] Finalista Premios Watty...