Los lunes por la mañana requerían de un sobreesfuerzo importante para poder levantar de la cama a todos los estudiantes de la residencia, los cuales habían pasado las últimas horas ahogados en vasos de plástico y embutidos en una música ensordecedora. Sería difícil para todos apagar el despertador y hacer frente al extenuante día que se les venía encima, pero Jensen lo afrontaba de otra forma totalmente distinta. El estudiante de último grado de Antropología e Historia esperaba con ansias acudir a la clase de esa mañana, la cual había sido pospuesta en varias ocasiones por su profesor predilecto. El correo electrónico que anunciaba su ausencia en las próximas sesiones había mencionado algo acerca de un descubrimiento de gran relevancia del que tenía que hacerse cargo. Jensen no se hacía una idea de qué podría suponer aquello, pero se moría por descubrirlo.
A las nueve menos diez de la mañana, como todos los días, aparcó su bicicleta en el pequeño parking de la universidad y se preguntó, como todos los días, por qué no lo ampliaban de una vez por todas para evitar que la gente siguiera asegurando sus bicicletas a los árboles del campus. De camino a la facultad, Valeska le sorprendió luciendo una diminuta falda negra con lentejuelas y unas zapatillas de una famosa marca deportiva. A pesar de los círculos negros bajo sus ojos que denotaban la falta de sueño, sus labios estaban perfectamente maquillados por el mismo rojo brillante de todos los días.
—¿Duró mucho la fiesta anoche? —Le dijo con una sonrisa mal intencionada mientras subían los escalones de entrada al edificio. Su compañera de clase puso una mueca de satisfacción.
—Sinceramente, Jensen, no sé ni cuándo terminó.
Al entrar en el edificio, el gélido viento noruego dio paso a un cálido ambiente proporcionado por el sistema de calefacciones de la universidad. Él se desenvolvió la bufanda y ella empezó a sentir las piernas de nuevo.
—Ya te veo, todavía me parece un milagro que estés aquí. —Se burló él mientras se dirigían al aula trece. Realmente, lo que le parecía un milagro era que alguien como Valeska hubiera llegado hasta el último año de carrera y que sacara unas notas casi tan excepcionales como las suyas. Lo cierto era que aquella mujer rubia, insensible al frío y de gruesos labios rojos, era toda una fanática de la historia, y más en concreto de la especialidad que les había unido a ambos: la historia nórdica medieval.
—Por nada del mundo me perdería la clase de hoy. ¿Con qué crees que nos sorprenderá el profesor Karlsson esta vez?
—No lo sé, pero me muero de ganas de averiguarlo. —Admitió Jensen mientras se quitaba las gafas llenas de vaho y las limpiaba rápidamente con el dobladillo de su camiseta. Momentos después entraron en el aula trece, una pequeña clase de no más de diez alumnos interesados en las excéntricas sesiones del profesor Karlsson. El hombre era una eminencia en el mundo de la historia y la antropología, incluso había participado en documentales de National Geographic o como colaborador en películas basadas en la historia nórdica medieval, pero todos esos logros no le quitaban lo estrambótico de su personalidad.
No habían terminado de tomar asiento cuando el catedrático apareció en el aula cargando con su portadocumentos de piel negro, varios libros bajo los brazos, una mochila en la espalda y las llaves del departamento entre los dedos. De lo rápido que había entrado se formó una corriente que terminó por cerrar la puerta de un golpe seco y estruendoso. El profesor, inmutable, dejó todos los objetos sobre la mesa, poniendo especial cuidado en la mochila negra que cargaba. Valeska miró a Jensen y aguantó la risa.
—Mis queridos alumnos, no sabéis las ganas que tengo de haceros partícipes de lo que hoy vengo a contaros. —Finalmente miró a los jóvenes, intentando distinguirles tras las gotas de agua y el vaho de sus viejas gafas plateadas de aluminio. — Hace exactamente dos semanas y tres días me llamaron para acudir a cierto lugar de este país donde se había encontrado una tumba vikinga con ciertos enseres en su interior. Algunos de ellos no eran especialmente llamativos, en cambio, había dos que han supuesto un tremendo descubrimiento acerca de la historia de nuestro pueblo.
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El palacio del sufrimiento // Ivar The Boneless
FanficY te quiero a rabiar Pero sabes que hay un infierno dentro de mi cabeza No te dejes llevar Lucharé contra las fieras No te dejes llevar Tengo el corazón a medias ¿No te dije que me llenas? [Créditos: Hoy es el día - Lionware] Finalista Premios Watty...