Capítulo 71: El costo de vivir

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Alya sentía como el sol bajaba poco a poco. Pronto anochecería.

Rick los guio al lado del arroyo, donde no había muchos caminantes cerca y podían hablar, claro, no muy alto.

-Nuevo plan.- susurró cuando todos estuvieron en circulo.- No bastará con unas cuantas bengalas. Son demasiados caminantes, demasiado separados. No iremos a la armería. Necesitamos nuestros vehículos de la cantera. Todos tendremos que conducir para poder rodearlos. Nos iremos y regresamos.

-Bien.- dijo Alya.- Pero Judith, ida y vuelta a la cantera, me...

Rick entendió, iba a ser difícil.

-Yo me encargo de ella.- dijo Gabriel. Rick lo miró negando con la cabeza.- La mantendré a salvo en la iglesia hasta que no queden caminantes.

-¿Podrás hacerlo?- preguntó Alya.

-Debo hacerlo.- contestó.- Dijiste que no me debían nada, y es verdad, yo les debo a ustedes. Lo mantendré a salvo, lo haré.

Alya, Rick y Carl intercambiaron miradas, al final Rick asintió.

Carl se acercó levantando un poco la sábana y sacando a Judith, quien más que asustada lucía confundida, pero dejó que Gabriel la tomara y cubriera sin hacer ruido.

-Lleva a Sam.- dijo Jessie.

-No.- negó él rápido.

-Sí, Sam.- dijo su madre.- Será más seguro.

-No voy a separarme de ti.

-Sam...

-Mamá, no. Puedo continuar.

-Sam.

-Puedo continuar.- repitió.- Por favor. Por favor. Vámonos.

-Está bien.- cedió Jessie luego de un momento.

Gabriel miró a Rick.

-Estará a salvo.- dijo.

-Gracias.- contestó Rick.

Alya tomó aire cuando Gabriel comenzó a caminar, alejándose poco a poco de ahí y adentrándose a de nuevo a la horda. Si él cumplía su promesa, ella se disculparía por lo que dijo. Era lo menos que podría hacer.

-Él lo logrará.- dijo Jessie tomando el brazo de Rick.- Lo sé.

-Sam.- dijo Alya extendiéndole la mano.

Rick lideraba la fila, luego Alya, Sam, Jessie, Carl, Ron y al final Michonne, todos tomados de la mano.

^^

Como siempre, ya era de noche y a cada segundo el ambiente se volvía más y más oscuro, y más aterrador.

Alya sujetaba a su padre deseando la fuerza que él tenía, y sostenía la mano de Sam tratando de hacerlo sentir mejor. Ya no sentía el olor fétido, era como si simplemente su cerebro hubiera desconectado ese sentido, y lo agradecía mucho.

La castaña sintió un escalofrío cuando, en medio de la calle, Sam soltó su mano.

Se detuvo de inmediato deteniendo a su padre y ambos voltearon. Sam tenía la mirada clavada en algún lugar detrás de ellos y se había quedado quieto. Paralizado.

-¿Sam?- le susurró su madre tratando de hacerlo avanzar de nuevo.- Vamos. Vamos.

Sam tenía lagrimas en su rostro.

-¿Cariño? ¿Sam?- le decía su madre.- Está bien.

-Vamos, Sam.- dijo Alya con voz dulce tratando de calmarlo.- Tú puedes, vamos.

What once was || TWD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora