What once was || TWD

Capítulo 98: AÑO 2

Negan despertó por el llanto de Merle.

-Bien, hombrecito, ¿ahora qué?- dijo sentándose en la cama para luego acercarse a la caja que habían improvisado como cuna.

El sol mañanero se reflejaba en los pedazos de nieve que había afuera. Negan había pasado la noche en el cuarto de Alya sin notarlo.

-¿Tienes hambre?- dijo cargándolo.- Espera, ¿dónde está tu madre? No puedo ayudarte con eso.

El bebé dejó de llorar al ser levantado, pero no se veía muy feliz.

Ambos salieron de la habitación, Negan estaba algo preocupado. Lo último que la castaña le dijo fue que no iba a tardar.

Se encontró con Ester al final del pasillo.

-Hola, ¿cómo está ese apuesto jovencito?

-Bueno, estoy excelente ya que lo preguntas.- dijo Negan con una sonrisa.- Oye, ¿has visto a Andrea?

-No, no en toda la mañana.- respondió Ester.- ¿Puedo sostenerlo?

-No veo porque no.- dijo Negan dándole a Merle.- Tiene hambre, pero no se donde está su mamá.

-Seguro está ocupada con algo.- dijo Ester.- Le daré leche en polvo mientras la encuentras, no es una casa tan grande.

-Gracias.- dijo Negan bajando las escaleras.

Logan, Sebastián y Lana estaban cerca la puerta, alistándose.

-¿Y mi abrigo?- escuchó a Logan.

-Buenos días.- dijo Lana notando a Negan.- Oye, ¿has visto a Andrea? Se supone que iríamos a revisar las trampas los cuatros.

-Es lo que quería preguntarles.- dijo Negan.- Espera, ¿ninguno la ha visto para nada?

-Mmm, no.- dijo Sebastián.

-¿Dónde está mi abrigo?- decía Logan entre dientes.

-Ayer salió antes del anochecer, pero no creo que haya regresado.- dijo Negan.

-Espera, ¿qué estás diciendo?- dijo Lana visiblemente preocupada.- ¿Pasó la noche afuera?

-Es imposible.- dijo Sebastián.- Se congelaría.

-¿Alguno ha visto mi abrigo?

-¿Puedes concentrarte por un segundo?- dijo Lana, Logan los miró.

-¿Qué pasa?- preguntó.

-Andrea no está.- dijo Lana, aún era extraño referirse a ella con ese nombre.- Parece que desde anoche. Tenemos que buscarla.

-¿Y si se fue?- preguntó Logan.

-¿En serio?- dijo Sebastián.- En el atardecer, sin suministros y sin su bebé, claro, irse suena lo más lógico.

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Alya abrió los ojos lentamente mientras procesaba lo que había a su alrededor.

Tenía la manos atadas juntas hacía arriba. Cuando trató de sentir mejor el material se dio cuenta de que eran cadenas.

Estaba en una habitación mal pintada, entre blanco y amarillo.

Quedaba frente a una puerta de metal. El cuarto estaba en su mayoría vacío, solo había una mesa grande a unos metros donde estaba su cuchillo. Sabía que tenía una ventana a su espalda por que su sombra se reflejaba en el suelo.

Subió la mirada a sus manos, la cadena estaba helada. Se mantenía sujetada de una especie de gancho pequeño en techo. La única manera de zafarse era quedando a la misma altura para quitarlo manualmente.