Capítulo 127: Infiltrado

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Carol avanzaba rápido por la calle, buscando a Lydia.

-¡Espera!- le gritó Daryl haciendo que se detuviera.

-Esto termina aquí.

-No vas a involucrar a Lydia en esto.

-El creyó todas las mentiras de Alpha.- dijo Carol.- Todas. Si ve que Lydia sigue viva y bien, y entiende que su gran líder le mintió, quizá cambie...

-Por favor.- pidió Daryl.- Ya sufrió demasiado.

-Deja que ella decida.- dijo Carol.- Es la única manera, y lo sabes.

-Alya lo hará hablar.

-Tal vez, ¿pero cuánto tiempo perderemos hasta entonces?- cuestionó Carol.- Está es la mejor opción, lo sabes. Puedes ahorrarle una tortura a Alya.

Daryl se quedó callado. Carol se dió la vuelta para seguir caminando, buscando a la chica.

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-Caminamos en la oscuridad, somos libres. Nos bañamos en sangre, somos libres.- se escuchaba desde dentro de la celda.

-No tuve la oportunidad de hacerle nada.- explicaba Alya a Gabriel, Siddiq y Dante afuera del cuarto.- Apenas estaba empezando cuando comenzó a temblar, no creo que esté fingiendo.

-¿Está asustado?- preguntó Gabriel.

-Está adolorido.- respondió Alya abriendo la puerta.

Todos pasaron al cuarto y luego Gabriel les abrió la celda. Los doctores entraron para revisarlo.

-Caminamos en la oscuridad.- repetía el hombre.- Ponga sus manos sanadoras en mi, doc. Estoy ardiendo.

Dante lo tomó, acostandolo.

-¿Qué pasa?- preguntó Dante.

-¿¡Cómo demonios voy a saberlo!?- gritó el hombre.- ¡Solo parelo!

Siddiq se puso a su lado, ayudando al paciente.

-Pupilas dilatadas, pulso acelerado.- decía en voz alta.- No hay signos de infección, no tiene sentido.

Gabriel miró al Susurrador, a sus manos, notando que le hacían falta un par de uñas.

Tomó ligeramente del brazo a Alya, haciéndola voltear.

-Dijiste que lo hiciste nada.- le reclamó en voz baja.

-Dos uñas no causan fiebre, no tan rápido.- le contestó.- Lo que sea que le pasé, yo no lo hice.

Apenas terminó de hablar cuando Daryl entró a la celda. Gabriel soltó a la castaña.

Los tres dirigieron su atención al Susurrador.

El hombre tomó de la playera a Dante, queriendo sentarse. Él y Siddiq lo sostuvieron.

-¡Tranquilo!- dijo Siddiq.- Sostenlo.

El Susurrador empezó a toser sangre, manchando a Dante. Después comenzó a gritar y retorcerse.

Daryl tuvo que ayudarles a mantenerlo quieto.

-Dante, mi bolso. Revisa. La botella roja.- indicó Siddiq.

Alya se adelantó, abriendo la bolsa y pasándole lo que pidió.

Entró los tres hombres acomodaron al Susurrador en el suelo, tratando de mantenerlo lo más estable posible.

-Vamos, tranquilo.- trataba de decir Siddiq, pero el hombre no se podía detener.

Antes de que pudieran administrarle algo, empezó a ahogarse para después quedarse quieto.

Estaba muerto.

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