Capítulo 204

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Narra Mateo

Pasamos una velada distendida y divertida. He visto a Malú relajada; charlando, riendo, comiendo, bebiendo y disfrutando como pocas veces se lo permite, y me alegra ser testigo de ello. Rosa no ha hecho más que cargarla con un yugo innecesario y espero que juntos podamos quitárselo.

V: Un angelito... un angelito...

Se queja Verónica divertida.

V: Ahí tienes a tu angelito llorando como un demonio, vas tú y la calmas.

Amenaza a mi chica que no ha dejado de chincharla con que la pequeña no puede ser más tranquila y que ella es una exagerada. Lo cierto es que ha dormido como una campeona desde que llegamos, pero sus decibeles apuntan a que ahora empieza la juerga.

- Ya verás como sí la tranquilizo.

Sube a por la niña y poco después aparece con ella, por supuesto con el llanto incrementando por segundos.

- Carli...

Intenta acallarla meciéndola y llenando sus mofletes de besos, pero la pequeñita no parece tener suficiente.

- Venga, cielo, que es muy tarde y tienes que dormir.

Le habla dulcemente haciéndome pensar en Sebastián y en aquella carta que me trajo a ella. ¿Malú, eres madre? Me pregunto silencioso y con una necesidad enorme de conocer la respuesta. Lo haría bien. Muy bien.

V: Trae, voy a darle el pecho.

- Déjamela un poquito más.

Le pide. Efectivamente los lloros empiezan a disminuir su volumen y volverse más quejidos y ruiditos que otra cosa.

- Te desesperas muy rápido.

Sermonea a su amiga, aunque puedo ver que con las mejores intenciones.

- Y es solo un bebé, Vero.

Le recuerda.

- Los bebés lloran.

Joder, ¿por qué hablas como si tuvieras experiencia?

V: Ya.

Suspira dandole la razón.

V: No es fácil hacerlo sola.

- Pero merece la pena.

Asegura besando la cabecita de Carla que ha vuelto a conciliar el sueño.

V: ¿La subes tú?

Le pide.

V: Así no pasa de mano en mano.

Veo el agobio en sus ojos y evita otro episodio a toda costa.

- Claro.

Lo hace, dejándome otra vez a solas con su amiga.

V: No me equivoqué cuando le elegí como su madrina.

Alaba a su mejor amiga.

+ Ya veo que se le dan bien los bebés.

Acierto a decir. Mi cabeza no deja de dar vueltas en su posible maternidad.

- Martín.

Me llama bajando las escaleras.

- Son casi las dos.

Ha sido la única en reparar en la hora.

- ¿Nos vamos?

+ Sí.

Tras agradecerle a Vero por la cena y disculparnos porque se ha alargado demás nos despedimos de ella y salimos al coche. Prendo la radio y conduzco ensimismado al hotel.

- ¿Te lo has pasado bien?

Interrumpe mi transe.

+ Sí, ¿y tú?

- Mucho.

Confiesa.

- ¿De verdad?

Insiste.

- Es que estás muy callado...

Todos los secretos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora