- Creía conocerlo mejor que nadie.
Confiesa. Apenas hablamos de ese capullo.
- Pero ha cambiado demasiado o no llegué a conocerle nunca, y ha demostrado ser capaz de todo.
Suspira atemorizada.
- Me da mucho miedo que pueda hacerte algo.
+ No va a hacerme nada.
Le transmito calma. Yo también llego a preguntarme si alguna vez llegué a conocerle de verdad, pero estoy convencido de que no puede hacerme daño, a pesar de sus advertencias.
- No lo sabemos.
Discrepa.
- No tiene escrúpulos y...
+ Voy a cuidarme mucho.
Prometo interrumpiéndola antes de que se monte más películas en la cabeza que le roben la calma. He evitado hablarle de lo de Sebastián hasta ahora y estoy convencido de que es lo mejor.
- No quiero que te vayas.
Ahoga un quejido con la voz rota.
+ Ya lo sé, vida.
Beso su frente. Me sabe fatal dejarla, pero no puedo evitar este viaje.
+ Pero volveré muy pronto y verás como tus preocupaciones se habrán quedado en nada.
Asiente con un movimiento de cabeza, aceptando desganada.
- Te quiero mucho, nene.
Busca el hueco de mi cuello para refugiarse allí.
+ Yo a ti, Reinona.
Narra Malú
Abrazados caemos en los brazos de Morfeo, pero el descanso no me dura demasiado, despertándome varias veces con pesadillas. En todas he buscado el cuerpo de Mateo para encontrarme con la calma que sus brazos me transmiten, pero rendida al desvelo y cuidadosa de no darle más guerra, opto por salir de la cama.
Me abrigo con una sudadera bien calentita y abro el ventanal del salón para salir al jardín a fumar. Voy por la tercera calada cuando unas luces que parecen de linterna justo fuera de casa reclaman mi atención, alertándome de más.
- ¿Quién hay ahí?
Pregunto aterrada sin obtener respuesta. Me meto dentro y mientras me ocupo de cerrar todo las luces desaparecen.
Subo los escalones de dos en dos y alterada me tumbo nuevamente junto a Mateo.
+ Mi niña, ¿qué pasa?
Pregunta adormilado. Pobrecito mío, esta noche le he dado guerra y mañana tampoco podrá dormir bien en el avión.
+ No has descansado nada.
- Hay alguien fuera de casa.
Pestañea varias veces hasta espabilarse.
+ ¿Qué?
- Salí a fumar, y habían luces de linternas justo fuera del jardín. Las han apagado cuando he preguntado quién había allí.
+ ¿Estas segura?
Confirma preocupado.
- Sí.
Se incorpora y baja las escaleras. Me da tanto miedo quedarme sola que por inercia le sigo.
+ Voy a ver.
- No.
Me niego asustada. No quiero que le pase nada y puede ser peligroso. Danka oye nuestros pasos y olfateando se asoma a la puerta junto a Mateo.
+ Voy con ella.
Acepto dubitativa cogiendo el teléfono por si necesito llamar a la policía. Pocos minutos después entran.
+ No hay nadie.
Suspira.
+ Se habrán ido.
- Nene...
Le miro sabiendo que va a enfadarse por no habérselo contado antes.
- El otro día cuando saqué a las perras al parque... Estoy segura que me estaban siguiendo...
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Todos los secretos (Segunda parte)
RomanceUna historia en la que TODOS tienen algo que ocultar