Con la ayuda de Portu me cuelo en el estudio sin que Malú se entere.
He traído la comida, porque salir a un restaurante ahora será regalarle más material a la prensa, pero me apetece estar con ella, y hablar las cosas a la cara.
Consigo una pequeña sala en la que improviso una velada romántica, y mientras la espero, acaricio el piano negro que hay frente a mí.
Narra Malú
- Me gusta esa canción.
Comento a Rubén agudizando el oído en el pasillo, paramos a comer y ellos bajarán a la cafetería. Yo prefiero quedarme aquí e intentar localizar a Mateo.
- ¿De quién es?
Busco información.
R: No lo sé, creía que estábamos solo nosotros en el estudio.
Dejo de caminar para centrarme en la melodía. Es preciosa.
- Que maravilla.
Valoro perdida en las notas del piano.
R: Sí.
Me da la razón.
R: De quien sea, vaya talento.
Se dedica a escuchar conmigo algunos segundos más.
R: ¿Estas segura que no te vienes con nosotros?
- No, gracias.
Desaparece para reunirse con Portu. Yo me dejo guiar por la canción para encontrar al artista que hay detrás. Doy unos suaves golpes en la puerta, pero supongo que con el piano son enmudecidos porque no obtengo respuesta, por lo que abro con cautela y no puedo creer lo que ven mis ojos.
Me quedo parada y silenciosa en un rincón sin hacerme notar. No le quiero interrumpir. Su voz se pierde suave entre las notas melódicas que emanan del instrumento, pero aún así suena perfecta.
+ Que sólo soy un ángel más caído, amor, oh...
Abre los ojos, aún sin reparar en mí. Busca su móvil en el bolsillo y tras confirmar la hora, marca un número. El mío suena sorprendiéndonos a ambos.
+ Malú...
Se acerca a mí.
- Nene...
Me dejo hacer entre sus brazos contenedores y sus labios que reclaman los míos.
- Esa canción...
Ya habrá tiempo de explicaciones, de su presencia aquí, de aquel desafortunado reportaje, pero ahora, necesito saber más de aquella joya que me ha cautivado.
+ La escribí para ti.
Confiesa con una sonrisa tímida.
+ Hace mucho...
- ¿Para mí? ¿y por qué no me la habías enseñado?
Protesto.
- Es preciosa.
+ Es triste.
Instintivamente busco su boca. No quiero que esté triste por mí, nunca. Aunque aún no sepa cuándo me la escribió, quisiera poder borrar aquellos sentimientos que según él son parte del pasado.
- ¿Por qué?
Solo he podido oír la última frase de la letra. El resto solo han sido sus dedos en el piano.
- ¿Cuándo me la escribiste?
+ Cotilla.
Se hace el interesante, apoyando su dedo índice en mi nariz.
+ Cuando yo te quería mucho.
Besa mi cuello, estremeciéndome.
+ Mucho.
Sube hasta llegar casi detrás de mi oreja.
+ Y tú todavía no tanto a mí.
La miro entristecida.
- Nene... Nunca pretendí hacerte sufrir.
Aseguro apenada.
- Pero aprendo a quererte cada día.
Confieso con culpa.
+ Y lo haces de la forma más bonita.
Sonríe dulcemente y me regala un beso corto pero cargado de sentimientos.
+ Haciéndome muy feliz.
- ¿De verdad?
Pregunto con temor a la repuesta. Lo más importante de quererse, es quererse bien.
+ ¿Estas de coña?
- Soy...
Busco una palabra que pueda definirme.
- Complicada.
Entre no saber querer y no tener vida privada estoy convencida de que podría ser más feliz con otra mujer, aunque me mate pensarlo.
+ Y muy tonta.
Me regaña.
- Si no estuvieses conmigo no estarías hoy aquí.
Señalo la revista que nos tiene de portada. Su falta de respuesta a mis llamados y mensaje me confirman que le ha caído peor de lo que esperaba, y la manera en que suspira agobiado termina de darme la razón.
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Todos los secretos (Segunda parte)
RomanceUna historia en la que TODOS tienen algo que ocultar