Capítulo 325

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• Joder, pero ¿puedes explicarme que coño te pasa, que ya nunca te apetece?

Pregunta recriminándome. Su tono enfadado y la manera en la que me mira podrían atravesarme, y me hacen sentir pequeñita.

- No sé.

Contesto en un susurro, si hablo lloraré.

• Desde que volví de Miami a verte hemos follado una sola vez, Malú. Una.

Recalca con su dedo índice.

- Lo siento.

Me disculpo con los ojos encharcados.

• ¿Hay alguien más?

Pregunta acusador, haciendo que rompa a llorar.

- ¿Cómo te atreves a preguntar algo así?

Le grito llena de dolor. No sé si por sus dudas o por aquel hombre fantasma que lleva días viviendo en mi cabeza y aunque haga todo por echarle, se rehusa a dejar de ser un inquilino en mis pensamientos.

- ¡He dejado todo en Madrid para venir aquí contigo, Sebastián!

Bufa de mala gana.

• Tienes razón.

Se pasa las manos por la cara y por el pelo, acercándose a mí comedido.

• Lo siento.

Atrapa mi cara entre sus manos, acariciando mis mejillas con sus pulgares.

• Se me ha ido la olla.

Admite.

• Pero es que te tengo ganas, Malú.

Se excusa.

• Eres mía y no me dejas tenerte.

- No soy de tu propiedad, Sebastián.

Refuto.

• Lo sé, es solo una manera de decir.

- Voy a darme una ducha.

Me escurro.

- O llegaremos tarde.

• Vale.

Acepta. Y tras un segundo, tira de mi mano.

• Lo siento.

Vuelve a disculparse.

• Llevas razón.

Promete sincero.

• Lo haremos cuando tengas ganas.

Deja otra caricia en mi mejilla.

• Te quiero.

Dice mirándome profundamente.

- Y yo.

Acepto sus disculpas y huyo a aquella ducha que solo aclara mi cuerpo, no mi mente.

- Ya estoy.

Anuncio poco más de una hora después. No voy muy formal. Él ha mencionado que iría en vaqueros y una camisa negra, por lo que yo he optado por un vestido corto del mismo color y un cinturón a juego con mis tacones. El pelo ondulado y maquillaje discreto.

• Estas preciosa.

Me recorre con la mirada.

• Al final voy a tener que vigilarte, porque todos van a enamorarse de ti.

Insinúa divertido, pero después de nuestra discusión de antes no puedo reírme, únicamente esbozo una sonrisa falsa.

• Era broma.

Se excusa.

• Pero por favor, dejemos atrás lo de antes.

Suplica.

• Solo quiero que les conozcas.

Se encoge de hombros, simplificando las cosas con aquel gesto.

• Y que nos lo pasemos bien.

- Vale.

Acepto cediéndole la mano en son de paz. Será la única persona con la que voy a sentirme cómoda en las próximas horas y no quiero arruinarlo por una pelea tonta.

Todos los secretos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora