• Joder, pero ¿puedes explicarme que coño te pasa, que ya nunca te apetece?
Pregunta recriminándome. Su tono enfadado y la manera en la que me mira podrían atravesarme, y me hacen sentir pequeñita.
- No sé.
Contesto en un susurro, si hablo lloraré.
• Desde que volví de Miami a verte hemos follado una sola vez, Malú. Una.
Recalca con su dedo índice.
- Lo siento.
Me disculpo con los ojos encharcados.
• ¿Hay alguien más?
Pregunta acusador, haciendo que rompa a llorar.
- ¿Cómo te atreves a preguntar algo así?
Le grito llena de dolor. No sé si por sus dudas o por aquel hombre fantasma que lleva días viviendo en mi cabeza y aunque haga todo por echarle, se rehusa a dejar de ser un inquilino en mis pensamientos.
- ¡He dejado todo en Madrid para venir aquí contigo, Sebastián!
Bufa de mala gana.
• Tienes razón.
Se pasa las manos por la cara y por el pelo, acercándose a mí comedido.
• Lo siento.
Atrapa mi cara entre sus manos, acariciando mis mejillas con sus pulgares.
• Se me ha ido la olla.
Admite.
• Pero es que te tengo ganas, Malú.
Se excusa.
• Eres mía y no me dejas tenerte.
- No soy de tu propiedad, Sebastián.
Refuto.
• Lo sé, es solo una manera de decir.
- Voy a darme una ducha.
Me escurro.
- O llegaremos tarde.
• Vale.
Acepta. Y tras un segundo, tira de mi mano.
• Lo siento.
Vuelve a disculparse.
• Llevas razón.
Promete sincero.
• Lo haremos cuando tengas ganas.
Deja otra caricia en mi mejilla.
• Te quiero.
Dice mirándome profundamente.
- Y yo.
Acepto sus disculpas y huyo a aquella ducha que solo aclara mi cuerpo, no mi mente.
- Ya estoy.
Anuncio poco más de una hora después. No voy muy formal. Él ha mencionado que iría en vaqueros y una camisa negra, por lo que yo he optado por un vestido corto del mismo color y un cinturón a juego con mis tacones. El pelo ondulado y maquillaje discreto.
• Estas preciosa.
Me recorre con la mirada.
• Al final voy a tener que vigilarte, porque todos van a enamorarse de ti.
Insinúa divertido, pero después de nuestra discusión de antes no puedo reírme, únicamente esbozo una sonrisa falsa.
• Era broma.
Se excusa.
• Pero por favor, dejemos atrás lo de antes.
Suplica.
• Solo quiero que les conozcas.
Se encoge de hombros, simplificando las cosas con aquel gesto.
• Y que nos lo pasemos bien.
- Vale.
Acepto cediéndole la mano en son de paz. Será la única persona con la que voy a sentirme cómoda en las próximas horas y no quiero arruinarlo por una pelea tonta.
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Todos los secretos (Segunda parte)
RomanceUna historia en la que TODOS tienen algo que ocultar