Capítulo 317

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El concierto acaba antes de poder permitirme disfrutarlo. Me he dejado la piel sobre el escenario,  al igual que todo mi equipo y sin darme cuenta, bajo las escaleras buscando a alguien que no aparecerá.

• Eres una bestia.

Me abraza orgulloso y a falta de un personaje inventado por mi imaginación, me dejo hacer en sus brazos cálidos.

- ¿Sí, ha salido bien?

• ¿Estas de coña?

Sus ojos me penetran.

• Bien es poco, ha salido increíble.

Promete haciéndome sonreír. Yo soy consciente de las fallas que ha habido, pero espero que el público no lo sea y haya podido disfrutar como se merecen.

R: Muy bien, Malú.

Rosa no tarda en felicitarme, y pocos segundos después tengo a la banda conmigo vitoreando.

J: ¡Menudo conciertazo, jefa!

Mi hermano es el primero en felicitarme. Luego le siguen los demás, y tras darnos la enhorabuena entre todos, nos ponemos rumbo a la fiesta que han organizado. No todos los días hacemos un palacio de los deportes y vamos a celebrarlo.

• No sabes tú cómo me pones cuando bailas así de sexy con tu royo cañero.

Susurra a gritos en mi oído, mientras nos movemos al ritmo de la música. Su lengua deja un recorrido por la parte de atrás de mi oreja, poniéndome más cachonda de lo que estoy.

- Pues no, no lo sé.

Me hago la desentendida, meneando mis caderas bien cerquita de su entrepierna.

• Mucho.

Promete con lascivia.

• Y encima esta mañana tu amiguita nos ha dejado a dos velas.

Me río. Yo también le tengo ganas.

- Ten un poco de paciencia.

Le pido.

- Dentro de un rato nos vamos a casa, y terminamos la noche por todo lo alto.

Propongo. Estoy deseando sentirle muy dentro, pero aún es pronto para irnos.

- Que de adrenalina y ganas voy sobra'.

Advierto sin tapujos.

• Te doy media hora, o voy a follarte en los servicios de este garito repugnante.

Me río tras su amenaza mientras siento todo mi cuerpo arder. Cuando Sebas me folla no hay un solo músculo de mi anatomía que no se contraiga de placer. Llevamos semanas sin acostarnos y nuestros cuerpos lo recienten. Creo que ambos sudamos deseo.

Mi respuesta es atacar sus labios que aún conservan el sabor al alcohol de lo que ha bebido. Yo no he podido hacerlo. En tres días tenemos otro show.

- Mmm que bien sabes...

Me relamo, sin dejar de bailar.

• Te quedan veintiocho minutos.

Advierte divertido mirando su muñeca vacía, como si en su lugar hubiese un reloj. Vuelvo a reírme.

- Joder, Sebastián, te he echado de menos.

Todos los secretos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora