M: Oye.
Me llama cuando estamos a pocos metros del coche. Con un suave sonido le confirmo que estoy atenta a lo que me diga.
M: No he venido solo.
Confiesa.
M: Cuando me has llamado estaba cenando con mi mejor amigo, y aunque no le he contado nada, le he pedido que se venga conmigo.
Admite.
M: No sabía si iba a tener que darle una paliza a tu futuro ex o qué.
Me hace reír suavemente.
- No pasa nada.
Le quito hierro al asunto. Me da algo de corte conocer a su mejor amigo justo ahora, pero es lo que toca. He sido yo la que le ha llamado interrumpiendo su cena.
- Pues tendré que ir en el asiento de atrás.
Me encojo de hombros intentando ser divertida.
M: Te caerá bien.
Promete. A medida que nos acercamos y con dificultad por la oscuridad, creo reconocer a su mejor amigo. Mi corazón se acelera tanto que podría salirse de mi pecho.
- No puede ser.
Exclamo tan bajito que no me oye. Pero apenas tengo tiempo de reaccionar cuando Mateo baja del coche parándose junto a nosotros.
M: María, este es Mateo, un gilipollas, pero buen chaval.
Le presenta gracioso.
M: Mateo, ella es...
+ ¿María?
Pregunta confundido.
- María Lucía.
Confirmo.
- Ma-lú.
Remarco la primera sílaba de mis nombres.
M: ¿Os conocéis?
Michael parece tan sorprendido como nosotros.
-&+ Sí.
Respondemos al unísono, mirándonos intensamente. Y por un par de segundos dejo de saber lo que pasa, el tiempo se ralentiza y mi corazón solo quiere latir junto al suyo. ¿Puedo sentir tantas cosas por una persona que solo se ha aparecido en mis sueños, o es que acaso nos conocemos de otra vida?
Narra Mateo
La miro embobado. Es increíblemente bonita, si lo pensaba cuando la conocí siendo una niña, hoy no puedo ni describirlo. Estoy acostumbrado a trabajar con modelos, pero lo de ella va mucho más allá, no es solo su cuerpo, hay algo en ella que me vuelve completamente loco. La besaría aquí mismo, la llenaría de caricias, le suplicaría que me permita quererla y cuidarla.
M: Pues si os conocéis podemos ir a terminar la cena a tu casa, Mateo.
Propone Michael sacándome de mi ensimismamiento. No me va a alcanzar la vida para agradecerle a mi mejor amigo la idea.
+ Por supuesto.
- Gracias.
Pronuncia bajito subiéndose al coche. Nosotros hacemos lo mismo, y es Michael quien se ocupa de hacer el trayecto divertido con sus chistes y vaciles. Yo estoy acostumbrado y le sigo más el royo, pero ella parece morirse de vergüenza.
+ Adelante.
Abro la puerta de casa dejándoles pasar. Entramos al salón donde los platos de tailandés siguen intactos, aunque se han quedado fríos.
+ Voy a calentar esto.
Anuncio, invitándoles a sentarse.
+ Ahora te traigo algo de tomar.
- No hace falta.
Michael ya ha dado un trago a su cerveza, y ella no abandona su timidez.
M: Venga, tomate algo.
Insiste.
M: Nos divertimos un rato y luego nos vamos.
- Tengo que buscar un hotel.
Vuelve a negarse y enseña su móvil, dispuesta a enfocarse en su objetivo.
+ Puedes quedarte aquí.
Ambos me miran ojipláticos. No sé cómo me he atrevido a ofrecer eso.
+ Tengo varias habitaciones.
Me explico.
+ Y mañana viajo tan pronto que ni vas a enterarte que es mi casa, quedará toda para ti.
M: Es una idea estupenda.
No sé si realmente lo piensa o ha entendido que necesito tenerla cerca, aunque sea por algunas horas. Ambos la miramos expectantes a su respuesta.
+ ¡Por favor!
Súplica una voz en mi interior.
ESTÁS LEYENDO
Todos los secretos (Segunda parte)
RomantikUna historia en la que TODOS tienen algo que ocultar