Su respuesta es encogerse de hombros, sin apenas mirarme. Me gusta que sea tan humilde, pero sigo flipando con lo que acabo de presenciar.
Oírle tocando el piano y cantándome solo a mi, una canción tan bonita y suya ha sido... sublime.
- Hazme el amor.
Le pido acariciando su mejilla. Aún estamos sentados en la banqueta del piano negro que ha sido testigo de nuestro momento tan intimo, y aunque el sexo normalmente sea algo carnal, ha sido él quien me ha enseñado que también es la demostración de amor más fuerte y sincera que existe.
- Necesito sellar este momento amándonos.
Busco sus labios que me reciben como si llevaran echándome de menos una vida. Me saborea con parsimonia, sintiéndome y provocando un mar de sensaciones en mi interior. Todas bonitas y placenteras.
- ¿A donde vas?
Cuestiono cuando le veo caminar hacia la puerta. Como me dejé así voy a matarle.
+ Si nos pillan, que sea desde fuera.
Sonríe travieso echando el pestillo. Se deshace de su jersey al mismo tiempo que de la camiseta y me pierdo admirando su torso que podría perfectamente ser esculpido.
- Eres un cielo, cantas como los dioses y encima eres guapo.
Relamo mis labios.
- Mira si no me habré ganado la lotería yo contigo.
Le hago reír mientras vuelve a mí, andando con chulería.
+ Tu lo que eres es muy tonta.
Se ríe, pero no pierde oportunidad de colar sus manos por mi cintura, por debajo de la ropa.
+ Pero te quiero tanto que no me importa que lo seas.
Besa mi cuello y automáticamente aparto mi pelo y me estiro dejando todo el área a su merced.
- No sabes como me pones cuando me besas así.
Aseguro retorciéndome en su cuerpo. Sus manos ya han subido hasta mis pechos y la forma en que me toca va a hacerme enloquecer.
+ Mmmm, nena.
Sin girarme ni verle, con mi mano busco su intimidad, y aunque aún lleva los pantalones puedo identificar lo que consigo en él, por lo que encantada me giro para poder liberarle, primero abriendo su cinturón y luego el botón de sus vaqueros, dejándole nada más que con unos bóxers que poco pueden hacer para ocultar su erección y de los que tampoco tardo en deshacerme.
+ ¿Ves como me pones?
Cuestiona sin dejar de besarme y despojándose con destreza de mi ropa a tanta velocidad que apenas llego a darme cuenta que no estábamos en igualdad de condiciones.
Con cuidado me tumba sobre el sofá y recorre con la mirada mi cuerpo completamente desnudo. Es la primera vez que lo hacemos con la luz brillando en todo su esplendor. Desde que le conocí me daba demasiada vergüenza que pudiera reconocer todas mis imperfecciones y aunque igualmente me viera, no hubo una sola vez que no haya tenido la delicadeza de hacerme sentir cómoda con luces tenues o completamente apagadas.
+ Me sé de memoria tu cuerpo.
Me cuenta trazando un mapa de besos con los lunares de mi clavícula.
+ Y aún así me pareces cada vez más perfecta.
Promete sin apartar sus ojos embelesados de mi anatomía; provocando que me sorprenda a mi misma, al no sentir pudor, lejos de esa sensación, me pongo más cachonda si cabe, sabiéndome amada y completamente deseada.
- Te quiero dentro.
No necesito más preámbulos, sus dedos juguetones han palpado la humedad entre mis piernas y no quiero la placentera tortura que me regalarían si se lo permitiera. En este momento solo deseo demostrarnos nuestro amor haciéndonos uno.
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Todos los secretos (Segunda parte)
RomanceUna historia en la que TODOS tienen algo que ocultar