Narra Mateo
Llevo días pensando seriamente en volvernos a Miami. Ahora que la tenencia de Eva es mía y no depende de Sebastián puedo hacer lo que me apetezca.
He venido a ver a Malú dispuesto a contarle toda la verdad, pero no puedo negar que llevo más de dos meses albergando la esperanza de recuperarla, y tras haber vuelto a probar el sabor de sus labios y y la amargura de su rechazo, empiezo a aceptar que nuestra historia definitivamente llegó a su fin aquella noche que salió huyendo de mi piso, con la carita bañada en lágrimas y el vacío de la decepción. Mucho antes de lo que yo hubiese deseado, porque si me preguntan cuál hubiese querido que se convierta en nuestra fecha de caducidad, propondría un nunca. Ojalá la vida me hubiese concedido la suerte de quererla para siempre.
+ No he vuelto a saber de Sebastián.
Confieso honesto.
+ Pero no puedo ni quiero dejar a Alex en sus manos.
Explico los motivos que me han llevado a tomar esta decisión. Mi hermano. Por más bonitos que han sido estos meses en España, recuperando a algunos colegas de la infancia, y forjando nuevas amistades, lo único que me mantiene en Madrid es la ilusión de reconquistar a la mujer que me tiene enamorado. Una ilusión que día a día se ha ido marchitando.
+ Haré lo que haga falta por conseguir que renuncie a las drogas.
Prometo. No sé si a Malú, a Alex, a Eva o a mí.
+ Igual teniendo a su hija cerca recapacita.
Anhelo. Mi sobrina merece que su padre se cure de la adicción.
- ¿Cuándo...?
Se mantiene firme, haciéndome dudar si la noticia realmente la afecta y vuelve a vestir su coraza o en México cumplió con su propósito de olvidarse de mí.
+ No lo sé.
Tenerla tan cerca y sentirla tan lejos me confirman que es la mejor decisión.
+ He pedido en Sony que me trasladen allí, dependo de su respuesta.
Le cuento.
+ No puedo hacer locuras con una niña a mi cargo.
- Es un plan... sensato.
Valora tras permitirse unos segundos de reflexión.
+ Sí, lo es.
Añado sin saber qué decir.
Pídeme que me quede.
Aquella suplica retumba en mi cabeza sin querer oír ni una otra posibilidad que no se asemeje a ocupar un sitio aquí, junto a ella.
- Mucha suerte, Mateo.
Me desea levantándose para ir hacia la puerta, invitándome cordialmente a abandonar su morada.
- Espero que todo se os dé bien.
Sus palabras son tan sinceras como frías. ¿En serio no piensa decirme nada más?
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Todos los secretos (Segunda parte)
RomanceUna historia en la que TODOS tienen algo que ocultar