Capítulo 304

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Narra Malú

+ Reinona.

Atrapa mis manos entre la suyas, mirándome preocupado y serio.

+ Tengo algo que decirte.

Odio este tipo de preludios. Me ponen nerviosa. Nunca acarrean nada bueno.

- Pues hazlo ya.

Sin querer ser borde me desespero.

+ Cuando te enteraste de la verdad... en mi casa... y luego...

- ¿Qué pasa, Mateo?

+ Quedé con Sebastián pocos días después.

Me cuenta.

+ Me obligó a seguir investigándote.

Abro los ojos como platos y siento que el corazón se me va a salir del pecho por la velocidad de sus latidos. Automáticamente retiro mis manos de entre las suyas. ¿Qué me está queriendo decir? ¿Ha vuelto a engañarme?

+ Y me negué.

Vuelve a atrapar mis manos, que no retiro, pero me mantengo tensa.

+ Por eso me quitó a Eva.

Me recorre un escalofrío, aunque ya sabía que aquel episodio se debió a que ese mal nacido busca saber qué fue de aquel bebé que me inventé en una carta cuando tenía dieciocho años.

- Creía que no habías vuelto a saber de él.

Alterada le recrimino. Si estamos hablando de esto es porque me equivoco.

+ No volví a verle.

Me da la razón.

+ Pero me llamó un tiempo después.

Desata mis preocupaciones.

+ Advirtiéndome que no quería enterarse que estábamos juntos.

El miedo se cuela dentro de las emociones que estoy sintiendo ahora.

- ¿Por qué no me dijiste nada?

Le recrimino enfadada, dolida y asustada.

- Quedamos que no habrían más mentiras.

Le recuerdo con rabia. Alejándome de él.

+ Cielo.

Se acerca buscándome y suelta un bufido.

+ No te he mentido.

- Ocultar la verdad también es mentir, Mateo.

Le grito sin saber que hacer. He vuelto a caer en sus trampas.

+ ¡Malú!

Levanta la voz, reclamándome.

+ Estabas en Mexico y no estábamos juntos aún, joder.

Farfulla.

+ En aquel momento era irrelevante, y te lo estoy contando ahora.

Argumenta.

+ Deja de quedarte pegada en que te mentí.

Su tono es una crítica, pero también una súplica.

+ Porque no hay nada de lo que me arrepienta más, y sabes que no volvería a hacerlo.

Puedo ver el dolor en sus ojos.

+ Y no me parece justo que me lo recrimines cada vez que discutimos.

Le miro en silencio.

+ Si no te dije nada de Sebastián durante estas ¿qué? ¿dos semanas que llevamos juntos?

Recalca que no es demasiado tiempo.

+ Es porque no quería preocuparte, no pensando en mentirte.

Asevera.

+ Porque creía que el marrón me lo iba a comer yo en Miami, y sí, lo siento por ser un pesado y querer cuidarte todo el rato.

Se queja irónico.

+ Pero es lo que me sale hacer por la gente que quiero, y resulta que tú eres la primera, pero claro, es mucho más fácil acusarme de mentiroso que escuchar la historia al completo porque es acojonante, ¿no?

Todos los secretos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora