Capítulo 281

86 13 3
                                    

Narra Mateo

Consulto mi reloj. Malú y José están tardando demasiado, por lo que decido ir a buscarles. Puede que sea momento de hacerme parte también de aquella conversación.

Salgo a la azotea y están hablando, o gritando. Ensimismados en sus desacuerdos el  volumen de sus voces es suficientemente alto y ninguno se percata de mi presencia.

- Necesito que lo entiendas, José.

J: No puedo, Malú.

Se niega.

J: Me rehuso a entender que puedas perdonar tanta mentira.

- Eso no es lo que tienes que entender.

Resopla cansada de dar argumentos.

- Pero sí que le quiero. Que soy feliz a su lado.

Me hace sonreír como un tonto.

- Que estaba segura que nunca iba a enamorarme y llegó Mateo convirtiendo mis emociones en un puto caos, poniendo patas para arriba mis creencias respecto al amor.

Explica.

- Quise no perdonarle, José.

Me duele haber sido tan miserable con ella, lastimándola cuando lo único que se merece es que la proteja.

- Pero el tiempo que estuve sin él no hice más que llorar echándole en falta, ¿así es como quieres verme?

Siento un deseo inaguantable de abrazarla y prometerle que nunca más la haré sufrir. Que soy humano y puedo lastimarla, pero jamás volveré a mentirle. Que solo voy a cuidarla y quererla como se merece.

- Con Mateo los sentimientos se me desbordan.

Baja un poco la voz.

- Me siento segura.

Y yo orgulloso de conseguir que lo haga.

- Querida, respetada, cuidada.

Enumera.

- Me hace sentir que sus brazos fueron creados solo para acogerme a mí.

Sonríe con timidez.

- Que su cuello es el lugar más seguro donde puedo esconderme cuando no me apetece enfrentarme al mundo, y que su cuerpo es un refugio que no permitirá que nada que me haga daño, atraviese la fortaleza que él crea.

¿Todo eso te hago sentir, mi amor?

- Y a la par, puedo ser yo misma, desinhibida, libre, y feliz.

Un calorcito se expande por mi pecho. Es todo lo que quiero ser para ella.

- José...

Sus palabras parecen ablandar a su hermano que la escucha absolutamente absorto en sus argumentos.

- Mateo me inspira una paz conmigo misma que yo no conseguía hace años...

Confiesa.

- Me hace sentir tan deseada que ha logrado ayudarme a reconciliarme conmigo.

Podría comérmela a besos aquí mismo. Todos sus logros son suyos, pero me enternece a rabiar oírla hablar así.

- También me hace reír, pasarlo bien, divertirme.

Le cuenta.

- No quiero perderme nada de eso.

Suspira.

- Pero no puedo ser del todo feliz si tú no me apoyas en esto.

Estaba tan ensimismado escuchando sus explicaciones de lo que la hago sentir, que no había reparado en que he estado oyendo una conversación que no me corresponde, por lo que inmediatamente me doy la vuelta para permitirles la privacidad que hace pocos minutos les he robado injustamente.

Bajo para reunirme nuevamente con mis compañeros. Me siento junto a ellos con el corazón calentito y una sonrisa que no quiero ni puedo esconder.

Todos los secretos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora