Con los dedos temblorosos marco el número de mi cuñado que descuelga tras segundos que se me hacen eternos.
+ José, dime que Malú está bien.
Suplico cuando me lo coge. Su silencio es aterrador.
+ ¡José!
Me desespero.
J: Malú tuvo un accidente, Mateo.
+ ¡¿Cómo que un accidente?!
Grito desquiciándome.
+ ¿Qué ha pasado? ¿como está?
Tan solo le oigo carraspear, nervioso.
+ Habla ya.
Resopla.
J: La han sedado.
Sin darme cuenta me dejo caer sobre los almohadones blancos que decoran el sofá de mimbre de esta terraza, sintiendo como si estuviera en un lugar pequeño y el aire fuese a acabarse.
J: Un coche se lanzó contra el suyo, sacándola del carril.
Me cuenta.
J: Se estrelló contra un muro de contención, y el culpable se dio a la fuga.
Finaliza la tragedia.
+ Hijo de puta.
Maldigo a Sebastián en un murmuro, apretando los puños.
+ ¿Qué dicen los médicos?
J: Tiene una contusión en la cabeza, las próximas horas son cruciales.
Anuncia.
J: También una costilla rota, y varias heridas superficiales.
+ Lo voy a matar.
Prometo enajenado sintiendo como una lagrima tibia recorre mi mejilla.
J: La policía está investigando.
Me hace saber.
J: Y la familia dejándose una pasta en que la información no se cuele a la prensa.
Bufo deseando gritar.
+ Sebastián no va a permitir que se ensucie su nombre.
Resignado le hago saber.
+ La policía no va a encontrar nada, porque ese capullo ya ha pagado para que no existan pruebas que le involucren.
J: Ahora lo único que importa es que mi hermana esté bien. De la justicia nos ocuparemos después.
Sentencia arisco.
+ Sí.
Le doy la razón.
+ Voy a coger el primer vuelo de regreso a Madrid.
Anuncio a José. Mi hermano y todo lo que debía hacer aquí tendrán que esperar.
J: Vale.
+ Voy a avisarte cuando sepa los detalles.
Lo haré. Aunque a José no parece importarle.
+ Y tú, me dices con lo que sea.
Suplico. Necesito saber hasta el más mínimo detalle de Malú.
J: Vale.
Accede cortando la llamada.
+ ¿Por qué tuviste que joderla a ella, Sebastián?
Ahogo un grito lleno de rabia, impotencia y dolor.
+ No has tenido huevos para arreglar las cosas entre hombres.
Le reprocho, aunque no pueda oírme.
Decido no perder más tiempo y sin siquiera darme una ducha o deshacer las maletas cojo un taxi que me lleve otra vez al aeropuerto. En el trayecto busco en el ordenador un vuelo que me traslade junto a ella, pero ninguno es para hoy y temo que mañana pueda ser demasiado tarde.
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Todos los secretos (Segunda parte)
RomanceUna historia en la que TODOS tienen algo que ocultar