Capítulo 310

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Con los dedos temblorosos marco el número de mi cuñado que descuelga tras segundos que se me hacen eternos.

+ José, dime que Malú está bien.

Suplico cuando me lo coge. Su silencio es aterrador.

+ ¡José!

Me desespero.

J: Malú tuvo un accidente, Mateo.

+ ¡¿Cómo que un accidente?!

Grito desquiciándome.

+ ¿Qué ha pasado? ¿como está?

Tan solo le oigo carraspear, nervioso.

+ Habla ya.

Resopla.

J: La han sedado.

Sin darme cuenta me dejo caer sobre los almohadones blancos que decoran el sofá de mimbre de esta terraza, sintiendo como si estuviera en un lugar pequeño y el aire fuese a acabarse.

J: Un coche se lanzó contra el suyo, sacándola del carril.

Me cuenta.

J: Se estrelló contra un muro de contención, y el culpable se dio a la fuga.

Finaliza la tragedia.

+ Hijo de puta.

Maldigo a Sebastián en un murmuro, apretando los puños.

+ ¿Qué dicen los médicos?

J: Tiene una contusión en la cabeza, las próximas horas son cruciales.

Anuncia.

J: También una costilla rota, y varias heridas superficiales.

+ Lo voy a matar.

Prometo enajenado sintiendo como una lagrima tibia recorre mi mejilla.

J: La policía está investigando.

Me hace saber.

J: Y la familia dejándose una pasta en que la información no se cuele a la prensa.

Bufo deseando gritar.

+ Sebastián no va a permitir que se ensucie su nombre.

Resignado le hago saber.

+ La policía no va a encontrar nada, porque ese capullo ya ha pagado para que no existan pruebas que le involucren.

J: Ahora lo único que importa es que mi hermana esté bien. De la justicia nos ocuparemos después.

Sentencia arisco.

+ Sí.

Le doy la razón.

+ Voy a coger el primer vuelo de regreso a Madrid.

Anuncio a José. Mi hermano y todo lo que debía hacer aquí tendrán que esperar.

J: Vale.

+ Voy a avisarte cuando sepa los detalles.

Lo haré. Aunque a José no parece importarle.

+ Y tú, me dices con lo que sea.

Suplico. Necesito saber hasta el más mínimo detalle de Malú.

J: Vale.

Accede cortando la llamada.

+  ¿Por qué tuviste que joderla a ella, Sebastián?

Ahogo un grito lleno de rabia, impotencia y dolor.

+ No has tenido huevos para arreglar las cosas entre hombres.

Le reprocho, aunque no pueda oírme.

Decido no perder más tiempo y sin siquiera darme una ducha o deshacer las maletas cojo un taxi que me lleve otra vez al aeropuerto. En el trayecto busco en el ordenador un vuelo que me traslade junto a ella, pero ninguno es para hoy y temo que mañana pueda ser demasiado tarde.

Todos los secretos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora