J: Ya me ha quedado claro, no hace falta que hablemos.
Se aleja decepcionado a paso rápido.
- ¡José!
Le sigo. Miro de soslayo a Mateo que charla con algunos del equipo y a Yaiza que no deja de sonreírle con cara de tonta.
- ¡José, joder!
Me echo a correr tras él hasta alcanzarle.
- Te he buscado toda la tarde, quería contártelo.
J: Ya te vale... Si lo que esperas es que te dé la enhorabuena, te puedes ir olvidando.
Su voz suena enfadada.
- José.
Le miro a los ojos e inmediatamente los míos se cristalizan.
- Por favor, dale una oportunidad.
J: Ya se la he dado, Malú.
Me recuerda.
J: Y te jodió lo más grande.
- Pero yo le he perdonado.
J: Pues yo no.
Parece zanjar la conversación, ya que sigue su camino en dirección contraria a la que se encuentran todos. Tiro de de él, encerrándonos en un sitio que nos dé privacidad.
J: José.
Apelo a su compasión.
- Me hace feliz.
Prometo mientras siento la calidez de una lágrima recorrer mi mejilla. La arrastro con prisa usando el dorso de mi mano.
- ¿No es eso lo más importante?
J: No.
Sentencia sin miramientos.
J: A un adicto le hace feliz el alcohol, las drogas o la puta adicción que tenga, pero no es sano.
Rompo a llorar frustrada y enfadada.
- ¿Cómo te atreves a comparar a Mateo con las adicciones?
J: ¿Tu te olvidas de todo lo que te hizo ese maldito embustero?
- No.
Sollozo.
- Pero tampoco me olvido que intenté sacármelo de la cabeza por cuatro meses, y no pude.
Le cuento. Si bien mi hermano estaba al tanto de que aún le quería, le tiene tanto rencor que no fue él mi confidente durante todo el tiempo que solo me apetecía volver a estar con Mateo.
- ¿Sabes lo que es dormirte todas las noches llorando por querer odiar a una persona a la que realmente amas?
Le reprocho retórica. José ha tenido más historias de amor que yo, y por suerte, en ninguna ha sufrido tanto.
- Me mintió.
Le doy la razón.
- Pero luego me contó toda la verdad...
Argumento.
J: ¿Cómo lo sabes?
- ¡Porque sé, joder!
Me exaspero.
- Creo en él.
J: Ese es tu error, Malú.
Habla pausado.
J: Que ni tienes argumentos.
Me recrimina.
J: Te mintió una vez y puede volver a hacerlo siempre.
Advierte.
J: Y yo no pienso aplaudirte mientras le entregas tu vida a un puto mentiroso.
Sus palabras son tan dolorosas como cuchillos afilados. Mi hermano nunca me había tratado así.
J: Por cierto, me encuentro mal, que Charli, Yago y Julián cubran mi parte.
Flipo con su actitud y rompo a llorar desconsolada.
- ¿En serio?
Le riño gritando.
- ¿Tan cagón eres como para enfadarte y no ser capaz de cumplir con tus obligaciones profesionales?
Nunca creí que José sería capaz de hacer algo así.
- ¡Por castigarme a mí nos jodes a todos!
Grito enajenada. ¿Qué hago yo ahora sin un guitarrista, sin mi hermano en el escenario?
- Te vas a cargar un concierto por tu puto orgullo.
J: Yo me cargo un concierto, tú te cargas tu vida. Igual tendrías que reflexionar que es peor.
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Todos los secretos (Segunda parte)
RomanceUna historia en la que TODOS tienen algo que ocultar