Narra Malú
Me despido de José prometiéndole que le llamaré si le necesito. Ha dormido en casa pero no puedo retenerle toda la vida. El tiene sus cosas que hacer, y yo las mías.
Me encierro en el estudio de casa durante horas. Tengo canciones que escuchar y no puedo evitar repasar las letras de algunas que me he dedicado a escribir. Jamás verán la luz, pero a veces, las saco del cajón donde las escondo.
Las lágrimas me recorren mientras doy vida a un nuevo estribillo, hasta que sin ser consciente del paso del tiempo los ladridos de las perras me obligan a salir de mi escondite.
- ¿Qué pasa chicas?
No se están quietas. El timbre anuncia la respuesta.
- ¡Joder! Es Mateo.
Me pongo nerviosa.
- No pienso abrir.
Le digo a mis niñas sin dejar de mirar lo que pasa afuera.
+ Sé que estás ahí.
Un impulso me obliga a levantar el telefonillo.
- Vete.
+ Perdón.
Mira hacia la camarilla, con un ramo de rosas rojas en la mano.
+ Por favor, perdóname.
Suplica abatido.
- Si piensas que unas flores van a arreglar...
Salgo al jardín, sin abrirle.
+ No creo que van a arreglar nada.
Me interrumpe.
+ El que quiere arreglarlo soy yo, no unas rosas.
- Vete.
+ Ten.
Insiste en que las reciba.
- No las quiero.
Las rechazo.
- Ni tus flores, ni tus mentiras. No quiero nada tuyo, Mateo.
+ No hay más mentiras.
Asegura.
+ Te quiero.
Promete rompiéndome.
+ Y no voy a rendirme hasta que me perdones, porque sé que tú también me quieres a mí.
- Te equivocas.
Corrijo.
- Yo quise a Martín, pero él no existe.
+ Malú, yo soy Martín.
Intenta rozar mi mano por el pequeño espacio que hay entre las maderas, pero la aparto de inmediato, como quien ve venir el fuego y escapa para no quemarse.
- Lárgate de aquí, Mateo.
Recalco su nombre y con él sus mentiras.
- Ya te he dicho que si volvías a acercarte a mí iba a poner una orden de alejamiento. No me obligues a...
+ Ponla.
Me reta sin titubear.
+ Sé tú la que me aleje de ti, porque yo no pienso renunciar a que me perdones.
Advierte.
+ Me importas demasiado como para perderte.
- Vete.
Entro a casa dejándole allí. Cierro la puerta y me dejo resbalar por ella hasta alcanzar el suelo. Otra vez he vuelto a llorar, y mis lágrimas llevan su nombre.
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Todos los secretos (Segunda parte)
RomanceUna historia en la que TODOS tienen algo que ocultar