Capítulo 338

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Creo que solo han pasado quince minutos cuando mi mejor amigo parece haber encontrado el destino en una calle pequeña y no muy transitada. Frena el coche y al ver a una chica sentada abrazada a sus piernas se baja sin preocuparse de aparcar. Parece indefensa y se abraza al cuerpo de mi mejor amigo rompiendo a llorar.

No puede ser lo que ven mis ojos, no puede ser Malú. Debo estar volviéndome loco e imaginándola donde no está. Mi instinto me obliga correr a comprobar lo que mi retorcida mente insiste, pero con enormes esfuerzos me controlo. Aún no tengo claro que le ha pasado, pero de lejos se nota que necesita ese espacio con Michael.

Narra Malú

M: ¡María!

Le veo aparecer y me aferro a su cuerpo como tabla de salvación.

M: ¿Estas bien?

Me abraza, pero luego me aleja para inspeccionarme con los ojos y tras asegurarse de que estoy entera vuelve a empujarme hacia él.

- Estoy bien.

Prometo.

- Siento haberte molestado.

Me disculpo sincera. Ya nos hemos visto esta mañana y tendrá cosas que hacer.

- No tenía a quien llamar.

Resoplo.

- Creo que fue un error haber venido a Miami.

Admito.

M: No digas bobadas. Puedes llamarme siempre que lo necesites.

Asegura.

M: Y si no me necesitas pero solo te apetece hablar con un amigo no dudes en hacerlo también.

Me sonríe.

- Eres un cielo.

Prometo.

M: ¿Qué ha pasado?

Inquiere, apenas he tenido tiempo de contarle cuando le he llamado para que venga a rescatarme.

- Hemos ido a cenar.

Le cuento recordando amargamente.

- He aceptado porque quería verle para dejarlo.

Me explico.

- Estaba buscando hoteles para alojarme las semanas que me quedan aquí cuando me ha llamado para quedar, y me ha parecido que mientras antes nos encontrásemos y le dijera que lo nuestro se acaba mejor sería.

Suspiro.

- Pero no llegué a hacerlo.

Muerdo mi labio nerviosa y enfadada conmigo. Tendré que volver a verle para dejarlo.

- He ido al baño a refrescarme, pero se ha colado conmigo, quejándose que me tiene ganas, me ha hecho sentirle empalmado y acorralándome para que follemos. Me avergüenza contarle esto.

- He salido corriendo y ya sabes lo demás.

M: Hijo de puta.

Farfulla, y esta vez no puedo defenderle.

M: Tienes que denunciarle.

- ¡No!

Aseveró escandalizada.

M: No puedo defenderte si no haces una denuncia.

- Te he llamado como amigo, no como abogado.

Le recrimino con los ojos. No podría permitirme un escándalo de esta magnitud, sería un suicidio para mi carrera, y él es un Ortega.

M: María...

Insiste.

- No, Michael. No ha pasado nada, es mi novio, solo ha querido demostrarme cuánto le pongo llevando mi mano a su pantalón.

Minimizo el problema y me giro para irme sola.

M: Vale.

Acepta interponiéndose en mi camino.

M: No estoy de acuerdo.

Advierte.

M: Pero no te vayas.

Suplica.

M: Anda, vamos al coche.

Todos los secretos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora