+ Vamos al hotel.
Suplico. Llevo desde entonces aguantándome las ganas de hacerla mía.
+ Quiero que me dejes demostrarte cuánto.
Sonríe por la confesión que acabo de hacerle de una forma tan bonita que podría iluminar la ciudad.
- Ámame toda la noche.
Me pide con los ojitos llenos de brillo.
Apuramos nuestros pasos robándonos besos y caricias por el camino. Nos reímos cómplices de cualquier tontería y tiramos de nuestras manos acortando las distancias cuando los centímetros que nos separan no son escasos.
Después de pocos minutos que se nos hacen largos llegamos a nuestra habitación. Nada más cerrar la puerta ataco sus labios.
+ Algún día tendrás que explicarme que tienes en la boca que me has convertido en un adicto a ella.
La falta de oxígeno nos exige una tregua, pero solo concibo dárnosla con pequeños picos mientras nuestros pulmones renuevan el aire que les falta.
Sus manos traviesas buscan mi cuerpo, llenándome de caricias que me queman la piel al no sentir su tacto directo.
- Quítate esto.
Sus dedos impacientados pelean con los botones de mi camisa, sacándola de combate. Besa mi cuello y por varios instantes creo que voy a enloquecer.
+ Me vuelves loco.
Tiro de mi jersey que cubre su menudo cuerpo. Levanta los brazos ayudándome a quitárselo y aprovecho de sacar el top junto a la primera prenda. Sin demoras me ocupo de decorar el suelo con su sujetador, liberando a sus pechos cautivos que se rinden a mis manos.
La hago girar y aparto su pelo, perdiéndome en el aroma que desprende su cuello mientras con los dedos endurezco sus pezones pellizcando sin cuidado.
- Mateo.
Gime cuando beso la parte de atrás de su oreja.
+ Me pones tanto.
Prometo guiándonos a la cama. En el corto trayecto es ella la que se ocupa de soltar mi cinturón y dejar caer mis vaqueros.
- Quítame esto, joder.
Los pantalones le dan guerra y no me tardo ni un segundo en socorrerla tirando de ellos mientras voy dejando besos por toda su anatomía. Su respiración esta tan alterada como la mía y se estremece en particular cuando mis labios rozan la cara interna de sus muslos. Aprovecho la posición para acariciar su sexo sobre las braguitas empapadas.
+ Como estas, mi amor.
Saberla tan húmeda por mí me vuelve loco. Aparto la tela y beso su centro sintiendo como tira de mi pelo, buscando alejarme.
- Estoy muy sensible.
Jadea ahogando un grito.
- Como no salgas de ahí ya mismo voy a correrme.
Su cuerpo necesita que siga, mientras la razón intenta dominarla.
+ Quiero que lo hagas, vida.
Decido continuar con la tortura, ayudándome también con los dedos.
+ Deseo que disfrutes como nunca.
Mi lengua no deja de pasear por su intimidad.
- Aghhh.
Un orgasmo la sacude. Sus músculos se contraen presionando mis dedos, anunciando el momento de retirarlos de su interior.
- Quiero besarte.
Me llama cuando empieza a recuperar la respiración, aún incapaz de moverse. Lo hago, atentando contra sus labios que reciben a los míos hambrientos.
- Te quiero.
Me mira embelesada y creo que yo podría derretirme.
- Ha sido increíble.
Acaricia mi mejilla, satisfecha.
+ Te amo.
Prometo. No hemos acabado, pero tenerla así, entregada, desnuda y complacida para mí me hace sentir el hombre más afortunado del mundo.
- Me has llamado vida.
Parece necesitar una confirmación. Sí que lo he hecho, pero ella estaba tan excitada que no tiene la certeza de haberlo escuchado o imaginado.
Con un movimiento de cabeza y una enorme sonrisa contesto a su duda.
+ Vida...
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Todos los secretos (Segunda parte)
RomanceUna historia en la que TODOS tienen algo que ocultar