- Se va.
Las lágrimas que tanto esfuerzo me estaba costando retener se escapan de mis ojos a borbotones al verbalizar una realidad que tanto me duele.
- Vuelve a Miami.
P: ¿Y eso por qué?
- Va a ocuparse de su hermano.
Con el dorso de mi mano me limpio la cara.
P: Pero eso podría hacerlo en España.
Valora.
P: Si me preguntas, me parece más sensato sacarle de todos esos contactos de mierda que tiene allí y traerle aquí, lejos de sus conocidos, ingresarlo para que se recupere y que pueda empezar desde cero y cerca suyo.
Reflexiona.
P: Allí con una llamada vuelve a tener acceso a las drogas.
Comenta asertiva.
P: Que se conoce de memoria ese mundillo. Aquí con una buena rehabilitación y sin tener a quien acudir cuando le apetezca recaer...
- No lo había pensado así.
Confieso interrumpiéndola.
J: ¿Qué pasa?
José vuelve a la mesa, encontrándome con los ojos rojos.
- Nada.
J: Ya, ¿y tú desde cuando lloras por nada?
Me recrimina.
J: Bueno, desde siempre.
Se burla contestando él mismo a a su pregunta, haciéndome sonreír.
- Mateo se va del país.
Decido contarle. Igualmente lo haré.
J: Eso es estupendo, Malú.
Celebra.
J: Mientras más lejos esté ese capullo de ti, mucho mejor.
Sus palabras me duelen como cuchillos en el corazón.
P: José.
Le regaña nuestra progenitora.
P: ¿Qué no ves que la niña está enamorada?
Me mira inquisitivo y una sola lágrima rebelde que se me escapa confirma la aseveración de mi madre.
J: ¿Le has perdonado?
Pregunta escandalizado.
J: Te mintió, joder.
Le acusa.
J: No sólo con su nombre.
Me recuerda.
J: Se juntó con Sebastián para lastimarte.
- Las cosas no fueron así, José.
Le defiendo. Fue lo que consiguió, pero no es cierto que el motivo de su mentira fue para hacerme daño.
J: No me creo que hayas vuelto con él, Malú.
Me mira decepcionado.
J: Ni que tú la apoyes en esto, mamá.
La acusa flipando.
- ¡Que no le he perdonado, ni he vuelto con él!
Aseguro rompiendo a llorar desprotegida.
- Pero si quisiera hacerlo, es mi vida, José.
Le reclamo sintiéndome pequeñita. Mi hermano siempre me ha apoyado en todo y para mí, tenerle de mi lado es fundamental, no podría soportar que se lleve mal con la persona que amo.
¿Amo? Joder, Malú.
Me recrimino a mi misma.
Mateo se va. Ya le has perdido.
Repito en mi cabeza, necesitada de hacerme a la idea.
J: Yo no voy a entrometerme.
Garantiza.
J: Pero no me pidas que le quiera como cuñado, ni mucho menos que te apoye, porque igual tú te olvidas de el daño que te ha hecho, pero yo no.
Sale al jardín cabreado, dejándome otra vez sola con mamá.
P: No le hagas caso.
Viene a abrazarme, conteniéndome como cuando era pequeñita.
P: Sabes que eres el ojito derecho de tu hermano y le puede verte sufrir.
Me recuerda orgullosa de nuestra fraternidad.
P: Pero ya verás que cuando vuelva a verte feliz se le pasará la rabia.
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Todos los secretos (Segunda parte)
RomanceUna historia en la que TODOS tienen algo que ocultar