Keep Alive ~ [ Daryl Dixon y tú ]

52. Extraños días

Tiraron de un cordel que colgaba del techo y se encendió la luz del pequeño cuarto. Sentiste su acelerada respiración en tu oído izquierdo, sus manos apretaban fuerte a tus nalgas por lo que soltaste una pequeña risa ante aquellos masajes tan perfectos. Te alejaste para poder observarlo mejor y él seguía intentando ocultarse en tu cuello. Con torpes movimientos botó unas escobas y te acorraló en la muralla, quedando tú encima de su cadera y apegada a su pecho. No dudó otro segundo y plantó sus labios en los tuyos; era desesperación, necesidad y deseo. Casi te arrancaba los labios con cada movimiento, las lenguas se abrazaban y no importaba que costara respirar.

- Mierda, Daryl – soltaste en un gemido, desabrochaste su nueva camisa negra con desesperación – me encanta como te queda, pero te prefiero sin nada – soltaste una pequeña risa, pero de inmediato te calló con un beso -

- No hables, nos encontrarán – te apretó más fuerte hacia él, lanzó un sonido gutural para luego empezar a morder levemente tu cuello –

- ¿Andas con condones? – empezaste a desabrochar su pantalón ahora, alejó su rostro de ti y te miró algo extraño - ¿No? – él negó – mierda, da igual, luego salgo por algo.

- ¿Segura? No quiero sorpresas – empezó a bajar los hombros de tu vestido y bajó hasta tus pechos, tomó el derecho y lo introdujo en su boca -

- Joder, tú tampoco ayudas a apretar el botón de abortar misión – suspiraste sufridamente – no, en serio, creo que Maggie tiene algo.

- Claro y que se entere de todo.

- Ya, cállate – metiste tu mano por debajo de su bóxer y empezaste a masajear su miembro erecto – dios, ¿En serio?

- ¿Qué?

- Nada – reíste y lo besaste con desesperación, empezaste con un leve movimiento hacia arriba y hacia abajo con tus manos. Comenzó a jadear un poco más fuerte y tratabas de silenciarlo con besos - ¿No querías que no nos descubrieran?

- Mierda, es que eres jodidamente buena – te embistió por encima y soltaste un gemido sonoro.

Daryl pasó sus manos por tu cabello y quitó los mechones que tenías en la cara, pasó su pulgar por tu mejilla hasta llegar al mentón y volver a acercarte para besarte. Su otra mano fue bajando hasta tu entrepierna para hacer lo mismo que tú le estabas haciendo. Te encantaba, lo deseabas y querías gritar a los cuatro vientos cuánto te enloquecía este hombre. Había pasado todo, las penas y los pensamientos; ahora solo era él y tú.

Bajó lentamente tus bragas, hizo que levantaras tus piernas para poder sacarlo y en un movimiento tomó tus muslos, te levantó y te puso en sus hombros. Se cortó el aliento cuando sentiste su lengua por la línea media de tu sexo. Era fuego, era un gran calor apoderándose de ti en la zona baja. No pudiste evitar una sonrisa pícara, cerraste los ojos fuertemente y perdiste tus dedos por sus cabellos. Mordías tanto tu labio para callar los malditos gemidos que hiciste una herida en el costado. Acercó su mano también y comenzó a mezclar movimientos dándote el doble de placer. "Joder... es estupendo" pensaste.

Empezó a acelerar su ritmo y tú ya no tenías respiración, sentías que tus mejillas estaban ultramente rojas. Ardía todo, la sangre se acumulaba en la zona baja y en tu rostro, además, un cosquilleo empezó a sentirse en lo profundo, sentías que todo comenzaba a contraerse y estabas en pie solo porque él te sostenía fuerte en sus hombros. Una mano de él rápidamente se posó en uno de tus pechos y apretó fuertemente. Te tenía loca y pensaste que ibas a estallar en el momento en que se separó de ti y dijo "córrete", que brutalidad más sexy.

Volvió a ti e hizo maravillas con cada uno de sus movimientos, fueron minutos para que sintieras que todo el mundo era tuyo. Soltaste un gruñido fuerte mientras sentías como llegabas a ese orgasmo tan necesitado. Se separó de ti, con una gran sonrisa de victoria para luego bajar sus pantalones, darte vuelta y penetrarte con una rapidez y brutalidad nunca antes experimentada. Fue imposible aguantar y soltaste un grito con ganas.