54. Ella se fue

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Era de madrugada y no se escuchaba ningún ruido en el pabellón, seguro todos dormían profundamente. Arreglaste tus ropas rápidamente en una mochila y tus cosas que tenías por la celda en el bolso, ambas pertenencias las pusiste encima y diste un gran suspiro antes de salir de la celda. Cerraste la cortina y la reja lo más despacio posible para no llamar la atención.

Saliste por detrás del pabellón, por el pasillo donde estaban los baños; tu objetivo iba a ser salir por la parte delantera de la prisión, donde generalmente no había gente haciendo vigilancia. Ibas a paso calmado, realmente no querías llamar la atención de nadie.

A lo lejos viste a Tyreese haciendo guardia en la zona, pero bastaron esperar un par de minutos para que él se desplazara hacia la parte trasera donde estaban las torres de vigilancia reconstruidas. Corriste hacia la reja, sacaste un cortante de los grandes de tu bolso y partiste en dos los alambres. Uniste todo después con unas cadenas, no pensabas dejar a tu grupo en peligro. Viste algunas luces que se acercaban al sector que estabas, así que dejaste caer el cortante y te sumergiste a la arboleda del bosque para perderte.

Ya era pasado el mediodía, seguro ya se habían enterado de tu ausencia en el lugar. Seguro estaban preocupados por tu huida o quizá estaban almorzando como si nada, molestos por tu cobardía. Tenías el estómago apretado, no tenías puta idea que lo que hiciste estaba bien o no.

Ya habías recorrido varios kilómetros desde la noche y la falta de alimentación comenzaba a hacer efecto, por suerte encontraste una vieja cabaña y lograste sacar unas latas de conservas. Era lo único en buen estado en estos momentos. No dudaste y te tiraste en la cama que había disponible en el lugar, abriste la lata y comenzaste a comer. Tenías la foto de Melissa en la mano y no podías parar de mirarla, de recordarla de una forma extraña. Cuando sentiste que tus ojos se humedecían y el pecho apretaba, guardaste la fotografía en la libreta y seguiste comiendo.

[...]


Daryl se sentó en la cama aún con el papel arrugado en su mano derecha. Su pierna temblaba y ya no quedaba alguna dureza por morder en su pulgar, durante toda la noche se había a dedicado a eso. Pasó reiteradas veces su mano por sus cabellos, no sabía qué mierda hacer ¿Tendría que salir a buscarte o solo debía darte tiempo? Temía que tus pensamientos y tu mal estado anímico te cegara y pudieras sufrir algún accidente afuera, temía que no pudieras sobrevivir simplemente por tu testarudez de no recibir la ayuda que necesitabas. Revisó cada esquina de tu celda y nada, te habías llevado todo y nadie se había dado cuenta al parecer, ya que, de otra forma, todos estarían vueltos locos buscándote en el pabellón e incluso afuera.

Dejaste solo una nota, una maldita nota que tenía miedo de leer nuevamente; sentía que, si volvía a leerlo, perdería la cabeza y saldría tras tuyo. Una furia contra ti le empezó a ganar, ahora sí que no te entendía ni un poco. Habías sido cobarde, preferiste escapar de lo que malditamente te estaba ocurriendo. Estabas siendo injusta, solo estabas dañando la gente que también te quería.

Tiró el papel en una esquina, se levantó totalmente enojado y cerró de un movimiento la reja, haciendo que un gran sonido retumbara en la prisión. Algunos se dieron cuenta de ello, pero lo omitieron al ver la mala cara del cazador; seguro te habías negado a salir a comer nuevamente. Ellos no se imaginaban lo que había pasado.

[...]

- Ey, ¿Han visto a ____? – preguntó Carol sentándose con todos – no la encuentro, fui a dejarle algo para comer. No podemos aguantar que siga así.

- No, también la busqué – agregó Beth – quería hablar con ella, no sé dónde podrá estar – se sentó en la mesa con los demás para almorzar -

Keep Alive ~ [ Daryl Dixon y tú ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora