91. Tú lo eres todo

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Subiste rápidamente la escalera de la casa Barrington y te dirigiste hacia tu habitación, se suponía que él estaba ahí. Tocaste la puerta, pero no hubo respuesta. Entraste con miedo, sentías que tu corazón golpeaba tan fuerte que en cualquier momento saldría de ti.

- ¿Daryl? – dijiste en una voz muy finita y casi inaudible - ¿Estás acá, Daryl? – no había respuesta alguna, cerraste la puerta y ahí fue cuando te diste cuenta de que estaba en el baño, escuchabas el agua de la regadera caer.

Joder, tu estómago se estaba revolviendo y sentías las piernas flaquear. Caminaste lentamente a la puerta del cuarto de baño, diste vuelta la perilla y cerraste fuerte los ojos. Nadie hablaba, nada ocurría. Con bastante miedo abriste tus ojos y la imagen de él lentamente aparecía, y eso bastó para que entraras en llanto y cayeras al suelo tratando de acercarte a él. Estaba en la bañera sentado con la mirada agacha, el agua caía por todo su cuerpo y al parecer de hace un buen rato.

– Oh, Daryl – lograste a llegar a su lado, lo primero que hiciste fue envolverlo con tus brazos. Llorabas en su hombro y lo apretaste más a ti; no importaba que te estuvieras quedando toda mojada – háblame, por favor... – el llanto se volvía desconsolado. Su mano se posó en tu brazo, lo apretó suavemente y te acercó más a su cuerpo. Ocultó su rostro en tu cuello mientras sentías sus sollozos. Detuviste finalmente el agua que caía encima de ustedes dos – ya estás aquí, te voy a proteger de lo que sea que venga – le besaste la frente – no dejaré que te alejen nuevamente.

[...]

Estabas recostada en la cama de la habitación, recién te habías cambiado la ropa mojada y esperabas que Daryl saliera finalmente del baño, él lo había solicitado. Tus manos se posaban en tu vientre, dabas pequeños cariños encima de él, mientras apretabas tus labios para aguantarte las ganas de llorar.

- ¿Te duele algo? – preguntó el cazador al verte en posición fetal en la cama –

- Oh, no. Solo tengo hambre – mentiste para luego sonreír leve - ¿Tú tienes hambre? ¿Te traigo algo para comer?

- No... - se sentó a los pies de la cama – estoy bien.

- Te ves agotado, quizás sea bueno dormir. Te dejo un rato si-

- No – negó rotundamente, tú asentiste – no quiero estar solo.

- Claro, no te dejaré. Tranquilo – tomaste su mano y lo obligaste que se recostara junto a ti. Lo hizo acomodando su cabeza encima de tu panza. Comenzaste a peinar sus cabellos, que aún estaban un poco húmedos del reciente baño que se dio. Ambos estaban en silencio, tu apenas oías la respiración pesada de Dixon sobre ti.

- Perdóname – musitó al fin, tú detuviste tus cariños –

- ¿Por qué?

- Por todo lo que te he hecho, por todo el sufrimiento que te he acarreado.

- ¿De qué mierda hablas? – tocaste su hombro y él apenas levantó su mirada – tú-

- Sí, lo he hecho – te interrumpió. Sus ojos se llenan rápidamente de lágrimas y esquiva tu mirada en un segundo –

- Claro que no. Mierda, Daryl... ni si quiera te imaginas todo lo bueno que significas para mí, a pesar de todo lo que ha ocurrido entre nosotros. No creas que, porque has vivido toda la mierda junto a mí, tú has sido el culpable. Será que a Dios le caigo mal, pero esto viene de antes. De mucho antes, desde que mi madre murió.

- Él te llevó porque sabía que podría destruirme utilizándote y lo ha hecho.

- No puedes creer que la solución para que la tortura no doliera, es que los dos no estuviéramos juntos. Es estúpido. Te hubiera dañado de todas formas, de cualquier otra forma.

Keep Alive ~ [ Daryl Dixon y tú ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora