Capítulo 1

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Malala Lorenzo
Jueves 6 de Marzo, 11.45
°
Subrayo los papeles que  acaba de repartirnos presentándonos el próximo temario, son cincuenta folios a dos carillas y dice que aún quedarán unos cuantos, todos saben que esos "unos cuantos" son mínimos cien folios más que añadir a este tocho. Miro a una de mis compañeras la cual me mira riendo por no llorar y salimos de clase en cuanto anuncia que esto a terminado por hoy.
Me siento en el césped de la universidad a la espera que pesen treinta minutos hasta la próxima clase y Valeria, en dos cursos más avanzados, se acerca a mi corriendo.
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-Necesito tu ayuda mañana. -suplica sentándose junto a mi.
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La miro alzando una ceja y tira de mi brazo contenta.
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-Jefe de un bufete, yogurín de veinticinco años, buenísimo... Vamos a cenar juntos pero me ha pedido que me lleve a una amiga. -dice poniendo pucheros.
-¿Qué? No, no ¿estás loca? -pregunto riendo.
-¡Malala! Es un favor tonto, cenas y te marchas, te juro que no intento nada con él cuando tú estés ahí. -insiste.
-¿Para que quiere ese hombre que vaya otra mujer? -pregunto.
-¡Ay, nose! Pero me lo ha puesto como condición... Porfavor Malala. -suplica.
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Muevo mi cabeza y acabo asintiendo.
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-¡Arreglate! A las nueve paso por ti. -dice realmente emocionada.
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Muevo mi cabeza riendo, la misma compañera que estaba en clase conmigo hace diez minutos se sienta junto a mi con algo de fruta y como con ella de esa misma fruta que han comprado en la cafetería.
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-¿Te cae bien? -pregunta una vez Valeria se marcha.
-Es muy estupida pero muy buena, me ayudó muchísimo cuando entré en la universidad sin haberme conocido y siendo mucho mayor. -digo seria.
-¿Ella te quitó a aquel chico? -pregunta extrañada.
-Realmente no me lo quitó, él y yo follamos varias veces, vió a Valeria y claro, ella es hermosa, fue detrás de ella como un perrito en celo. -bromeo.
-Me pareces más bonita que ella. -confiesa.
-Yo no lo veo así pero cada una tiene sus gustos. -digo dulce.
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Una llamada de mi madre me hace alejarme varios metros de mi amiga, ella me llama algo abrumada.
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-Han encontrado un cadáver a veinte kilómetros de aquí, tiene varios años ahí enterrado. -anuncia.
-Mamá, calmate, ese cadaver no es papá. -digo seria.
-¡Estoy segura que sí! -alza la voz.
-Te vas a tomar un calmante y te vas a poner a trabajar, a la una y media estoy en casa. -digo seria.
-¿Y si es él? -llora.
-Yo me enteraré si ese hombre es mi padre ¿vale? -pregunto más dulce.
-Vale hija. -murmura.
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Cuelgo tras insistir en que se calme y regreso a clases con mi amiga.
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Jesus Oviedo.
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Firmo el contrato de esta familia con mi bufete ¿enserio pretenden que salve a su hijo el cual ha robado en más de diez joyerías?
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-Aferrese a que apenas tienen pruebas. -insiste la madre.
-Todos saben que su hijo es el que ha cometido los delitos pero haré lo que esté en mi mano por sacar a su hijo de la cárcel o que le caiga la menor condena posible. -digo firme.
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La madre asiente llorando aferrada al brazo de su esposo y abandonan mi despacho.
Miro la hora y suspiro abotonandome el botón de la americana pues me dispongo a salir directo al cementerio.
Salgo de la sede bajo la atenta mirada de mi secretaria y sus compañeras, entro en mi oscuro coche conduciendo hasta llegar al destino. Me pongo unas gafas de sol, suspiro mirando al cielo y cierro los ojos concentrandome pues debo gestionar bien mis emociones antes de entrar a visitar la tumba de la mujer que se convirtió en mi madre.

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