Malala Lorenzo.
Viernes 20 de Marzo, 10.55
°
Tira levemente de mi brazo pegandome a él hasta que su otra mano se posa en la zona baja de mi espalda.
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-Llamame señor de nuevo. -suplica.
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Frunzo el ceño, me mira pegandome aun más a él y, por no caerme, me agarro a su nuca.
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-Señor. -murmuro entrando en su juego.
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Él sonrie sintiendo como cada vez está más pegado a mis labios, cierro los ojos y me agarra de una manera más firme.
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-No entres en mi mundo. -suplica.
-Quiero entrar. -murmuro.
-No te haré bien. -asegura.
-Eres diferente y quiero saber que escondes. -susurro.
-Nada bueno. -insiste.
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Mis labios se mueven solos sobre los suyos, esta vez, por primera vez en mi vida, soy yo quien da el paso a besar a alguien pero este hombre y yo no podíamos aguantarnos más las ganas que nos teníamos, desde el primer instante que nos miramos ambos sabíamos que esto iba a llegar a más que una simple cena de compromiso para que se folle a mi amiga.
Sus manos agarran mi trasero rotandome pues quiere sentarme en la mesa, lo consigue mientras que mis manos presionan los músculos de sus brazos y sonrie levemente separándose de mi brazos.
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-No te alejes. -suplico cuando se aparta levemente.
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Sonrie de una manera que realmente me vuelve loca y mi teléfono vuelve a sonar justo cuando comienza a besarme de nuevo.
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-Mierda. -murmuro viendo que es mi msdre.
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Hablo con ella mientras Jesús, con la camisa a medio quitar, llena un vaso con agua bebiendo de este. Le cuelgo a mi madre poniendome en pie y se acerca a mi.
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-Debo irme, está mala en casa y tengo que ir andando hasta allí. -explico algo sonrojada.
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Coloca bien mi blusa, sonrio tímida y vuelve a besar mis labios.
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-No te vas a escapar la próxima vez. -asegura sobre mis labios mientras caminamos inconscientemente.
-Señor... -murmuro.
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Para en seco agarrandome y me mira a los ojos esa mirada tan profunda... Joder.
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-Joder. -murmura de nuevo con la voz cortada.
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Pongo los ojos en blanco jadeando pues vuelve a meter su mano por mi camiseta y lo aparto levemente.
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-Debo irme a casa. -digo jadeando.
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Me mira soltandome lentamente, observa mis ojos desde una corta distancia y muerde su labios.
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-Dame dos minutos, deja que me ponga bien esto, la americana y te llevo, porfavor. -dice serio.
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Asiento pues realmente me urge llegar a casa, se coloca la camisa, la americana y vuelve a beber agua del vaso mientras yo aquí, parada apoyada en la pared me planteo lo que acaba de pasar ¿qué le pasa conmigo? Realmente no comprendo que encuentra en mi que no tenga otra mejor pero, joder, sé que este hombre debe ser una persona complicada y amaría poder conocerle más allá de esta atracción física.
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La rosa negra
VampirLa mujer más sencilla que puedas encontrar, universitaria de dieciocho años en Madrid a la cual su padre abandonó hace tres años provocando que su madre caiga en una profunda depresión choca con él, un abogado de veinticinco años el cual lo último q...