Malala Lorenzo.
Sábado 8 de Mayo, 18.00
°
Camino por el parque buscando la zona más solitaria pues necesito pensar sin voces que me torturenbsobre que dejo dejar en paz a Jesús... Sé que no puedo dejarlo, han pasado tres años y aún está ahí, metido en mi cabeza, me preocupa pues sé que no está bien, lleva tres años mal.
Me siento en un césped donde no hay nadie, miro a mi alrededor y me tumbo en este cerrando los ojos.
Ayer no fui a las prácticas, después del grito que me dió lo último que quise fue verlo, joder, nadie sabe cuanta mierda estoy soportando por intentar saber toda la verdad; mi madre me repite diariamente que estoy haciendo la estupida pues si él me engañó de tal manera lo último que dejo hacer es ir tras él, Helena cada día que le cuento alguna novedad me insiste en eso de que es una estupidez ir tras él, que merezco alguien mejor que Jesús.
Abro los ojos mirando el cielo algo tapado ponlos árboles y suspiro reincorporandone quedando sentada en el césped.
Lo veo caminar en el parque, con un vaquero negro y una camisa también negra a medio abrir junto unas gafas de sol.
Me quedo aquí sentada, mirándolo cuál estupida enamorada, sonrio tontamente pero veo como se apoya en la reja del parque dolorido tocando su abdomen, me pongo en pie y lentamente me acerco pues dudo sobre que hacer, se sienta en el suelo cerrando los ojos y Maldigo el momento donde nadie pasa a preguntarle, joder ¿por qué esta esto tan solitario?
Cojo velocidad acercandome a él, me agacho y me mira.
~
-Malala. -dice sin voz.
-¿Qué te pasa? -pregunto.
~
Agita la cabeza intentando ponerse en pie y lo ayudo agarrandole.
~
-¿Estás bien? -pregunto.
~
Asiente aferrándose a mis brazos pero de un momento a otro el color vuelve a sus labios que estaban pálidos y se recompone. Miro su camisa viendola empapada, la toco llenandome los dedos de sangre y me palidezco.
~
-Jesus... -murmuro.
-Se me ha abierto la cicatriz, joder. -murmura.
~
Lo miro preocupada.
~
-Estoy bien Malala, tengo un par de heridas que no están bien cerradas y me golpee, voy a casa a curarme. -explica.
~
Frunzo el ceño y niego.
~
-Voy contigo. -aseguro.
-No, estoy bien enserio, es una gilipollez. -dice sin importancia.
-¡Me da igual! Mirate joder, estas empapado en sangre. -digo preocupada.
~
Mira a su alrededor agobiado y asiente.
~
-Conduce tú porfavor. -murmura dandome las llaves de su coche.

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La rosa negra
VampirLa mujer más sencilla que puedas encontrar, universitaria de dieciocho años en Madrid a la cual su padre abandonó hace tres años provocando que su madre caiga en una profunda depresión choca con él, un abogado de veinticinco años el cual lo último q...