Capítulo 15

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Jesus Oviedo.
Lunes 23 de Marzo, 12.05
°
Me arrodillo junto su lápida dejando otra rosa negra más, cierro los ojos acariciando la piedra y los abro cuando voy a hablarle.
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-Necesito tus consejos tata, necesito que estés aquí. -murmuro.
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Ella sabría que aconsejarme en este momento pues ella bien sabía mis gustos sexuales por el trasfondo que me hicieron esas monjas... Sabría cual sería la mejor opción aunque todos la sabemos: lo mejor es no dejar que entre en mi juego. Pero, joder, he soñado con ella más de una vez y tras lo sucedido el viernes estoy asustado pues sé que ella me siguió en juego sin saber las consecuencia que puede traer.
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-Te echo de menos. -murmuro colocandole las rosas. -Voy a averiguar que te pasó y me encargaré personalmente de que el responsable se pudra en la carcel. -aseguro.
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Me pongo en pie colocandome las gafas de sol y camino lentamente de vuelta al coche. Me siento dentro de este quitandome la americana, abro dos de los botones del cuello de mi camisa y suspiro al verme en el espejito del coche varias marcas de quemaduras que ellas mismas hicieron en el inicio de mi pecho.
Conduzco de vuelta a casa pero durante el trayecto recibo una llamada de mi secretario el cual me dice que mañana debo asistir a la universidad de derecho pues han pedido que vaya a darle una charla a los de primero y mañana es el único día disponible.
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-A las nueve estaré allí. -digo serio.
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Cuelgo y puedo ver como mis manos cogen un color rojizo que poco me está gustando, piso el acelerador evitando las zonas de sol, pongo las manos en la zona baja del volante agarrandolo desde ahí para evitar el sol y mi cuello me comienza a arder ¿por qué hace hoy tanto sol?
Piso el acelerador y acabo llegando a mi casa yendo directo a la ducha con agua fria haciendo que todas las rojeces que habían cubierto mi cuerpo desaparezcan, me apoyo en la pared de esta realmente exhausto aunque estoy algo acostumbrado a que esto me pase casi a diario.
Salgo de la ducha con la toalla enrollada en mi cadera escuchando mi teléfono sonar, salgo del baño viendo como he perdido la llamada y lo agarro sorprendido pues ha sido ella la que me llamaba, es más, me ha llamado dos veces más.
Regreso al baño devolviéndole la llamada y escucho su respiración haciendo que sonria.
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-¿Sucede algo? -pregunto.
-Valeria me ha dejado de hablar ¿sabe algo de lo que pasó? -pregunta seria.
-Ella no sabe nada, nadie sabe nada, al menos de mi parte. -aseguro.
-Yo tampoco se lo he contado a nadie. -murmura.
-Habla con ella. -propongo algo perdido.
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No se bien que decirle pues yo, aunque tuve sexo con Valeria, no la conozco, no se cómo es ni cuál es su nivel de inmadurez.
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-No importa. -dice desganada.
-Pensaba que querías verme y me llamabas desesperada. -bromeo.
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Ella rie y suspira.
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-No voy a ir detrás tuya como una imbecil. -asegura riendo.
-¿A no? -pregunto mordiendo mi labio.
-No. -dice.
-Pues tendré que ir yo a buscarte. -aseguro.
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Escucho como sonrie y nuevo mi cabeza.
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-Mañana tendrás una sorpresa. -murmuro.
-¿A sí? -pregunta coqueta.
-Sí. -aseguro.
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Escucho su risa y cuelga haciendo que suspire moviendo la cabeza.
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-¿Qué cojones estoy haciendo? -me culpo.

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