La rosa negra

Capítulo 23

Malala Lorenzo.
Viernes 27 de Marzo, 23.00
°
Sus besos arden mi cuello mientras yo, realmente tensa, miro a mi alrededor chequeando que nadie se percata que este hombre está metiendo sus manos por mi vestido.
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-Para porfavor. -suplico.
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Sus labios junto sus manos paran en seco y me mira.
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-Hay gente, nos pueden ver. -susurro tímida.
-Se me había olvidado por completo la gente... Disculpame bebé. -dice tomando mi nuca para que lo bese.
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Beso sus labios suavemente y me bajo de su regazo colocandome el vestido.
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-¿Cómo te diste cuenta? -pregunta tras beber de su vaso.
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Encojo los hombros mientras el acaricia la pierna que he dejado sobre las suyas y lo miro coqueta, joder, no debería de haberle parado.
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-Hicistes gestos que me resultaron extraños, me golpeabas levemente y a medida que te llamaba señor me dabas más duro, nose, intuición. -explico.
-Joder ¿con eso eras capaz de averiguarlo? -pregunta impresionado.
-Siempre me ha interesado esa práctica. -confieso.
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Él me mira y sonrie pícaro.
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-Me informé bastante y esos gestos me resultaron extraños, he probado suerte -reconozco.
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Sonrie rozando nuestros labios y muerde el mio.
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-Joder yo... Nose, tengo tanto miedo a hacerte daño. -murmura.
-Le habrás hecho daño a muchas mujeres. -cierro los ojos sintiendo sus labios.
-Pero tú me quieres para algo más que follar y mi tarjeta... Joder, te interesas por mi y no en lo que tengo. -susurra.
-Simplemente quiero darte la compañía que no tienes... No eres mal hombre, estoy segura. -digo seria.
-No me conoces. -insiste mordiendo nuevamente mi labio.
-Eso intento. -digo seria.
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Besa mis labios deslizando sus dedos por dentro de mi vestido de nuevo y mira a su alrededor.
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-Si te toco un poco nadie se dará cuenta bebé. -murmura sobre mis labios.
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Mordisqueo su cuello y siento como sus manos bajan levemente mi tanga acariciando los labios de mi sexo.
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-Señor. -murmuro.
-Está tan húmeda señorita. -susurra.
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Introduce uno de sus dedos dentro de mi, besa mis labios disimulando la situación y puedo sentir como mi intimidad palpita sobre el dedo que me está volviendo loca.
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-Oh señor. -tiro de su camisa cuando introduce otro.
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Mira mis ojos mientras me mantengo todo lo firme que puedo, él sonrie y lleva mi mano a su entrepierna.
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-Esto se va a quedar así por tu culpa, bebé. -murmura.
-Folleme. -suplico en su oreja.
-Hoy no. -mueve más lento sus dedos.
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Agarro el brazo con el que me está masturbando y muerdo mi labio suplicando le mucho más.
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-Señor, no quiero portarme mal. -digo realmente excitada.
-Usted siempre se porta mal. -mete sus dedos más duros.
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Gimo en su oído suplicandole por quinta vez que me folle y él niega introduciendo un tercer dedo.
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-Que estrecha. -murmura sonriente.
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Meto mis manos por su oscura camisa buscando un lugar donde aferrarne y araño la zona baja de su espalda sin aguantar mucho más.
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-Señor Oviedo. -muerdo su oreja.
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Asegura que nadie nos vea y me besa de inmediato al sentir como iba a gritar pues me acabo de venir en sus dedos.
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-Mira bebé. -lleva los dedos a mis labios.
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Cierro los ojos saboreandome y vuelve a besar mis labios  para subir mi tanga.
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-Son las doce y media. -dice mirándome.
-Joder, mi madre. -suspiro.
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Miro mi teléfono y respiro tranquila al no tener ningún mensaje de su parte aunque Jesús sabe que debo irme pronto a casa.
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-Quiero verte más. -confiesa algo tímido.
-Me acabas de masturbar delante de un montón de personas que alguna nos habrá visto ¿enserio te da vergüenza decirme que quieres verme más? -rio extrañada.
-Follando estamos en nuestra burbuja y todo me da menos vergüenza pero en realidad, nose, no me gustaría que solo fueses mi sumisa. -confiesa.