Capítulo 2

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Jesus Oviedo.
Jueves 6 de Marzo, 12.00
°
Dejo la misma rosa negra que le dejo cada vez que vengo a verla pues ella amaba este tipo de rosas que poca gente sabe que existe, me agacho junto la lápida limpiandola y apoyo en esta la cabeza suspirando.
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-¿Cómo te marchase de aquí? -pregunto en un leve susurro.
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Acomodo las otras rosas que ya estaban y frunzo el ceño al sentir mi nuca arder ¿por qué hace un día tan soleado?
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-Estés donde estés, cuidame, aún me haces mucha falta aquí. -susurro.
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Veo a una familia pasar, me miran fijamente y yo me pongo las gafas de sol ocultándome de este mismo y de las miradas extrañada de esa familia.
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-Vuelvo pronto tata. -tocó la lápida.
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Me reincorporo caminando de vuelta al coche mirando la hora pensando si volver a la oficina o directamente ir a mi casa.
Me siento frente el volante y me quito el reloj tras cerrar la puerta viendo como las cicatrices de mis muñecas arden por culpa de los rayos.
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-¿En que momento me ataron con cuerdas? -intento recordar.
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Tengo estas marcas hace años pero ese momento lo borré de mi mente, de echo, hay cicatrices que aún no sé como fueron provocadas.
Conduzco de camino a casa recibiendo una llamada de la universitaria con la que he quedado mañana ¿para que me sirve echar un polvo si no puedo hacerlo como aquella vez? Tal vez es una estupida manera de pasar el tiempo.
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-Jesus Oviedo. -digo al cogerlo.
-Ya he conseguido la amiga que me pediste. -dice coqueta.
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Sonrio satisfecho y freno en el semáforo.
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-Perfecto, a las nueve y media en el restaurante. -informo.
-Pero ¿para que la quieres? Yo quería estar a solas contigo. -vuelve a coquetear.
-Estoy más cómodo así. -aseguro.
-Después se irá. -insiste.
-Eso irá sucediendo durante la noche. -digo serio.
-¿Acaso quieres un trio? Me pillo una amiga más guapa si quieres hacerlo. -bromea.
-¿Acabas de llamar fea a tu amiga? -pregunto realmente impresionado.
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Se mantiene callada, rio irónico pisando el acelerador y lleno mi pecho de aire.
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-Bueno, ¿qué hago? -pregunta digna.
-No voy a hacer un trio y menos con amigas tuyas, si acabamos follando será cosa nuestra, olvídate de eso. -digo firme.
-Para eso es mejor estar a solas, vamos a tu casa y... -le cuelgo.
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Rio soltando el móvil en el asiento del copiloto ¿realmente piensa que la voy a meter en mi cama? Ahí jamás han dormido, duermen o dormirán mujeres. Si Valeria y yo acabamos follando será en el baño del pub, espero que vayamos a uno tranquilo, no soporto la música alta.
Me quito las gafas de sol para bajar del coche pues ya voy a entrar en casa y respiro hondo cerrando la puerta, otra vez aquí, solo conmigo mismo y mi oscuridad.

La rosa negra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora