Capítulo 36

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Malala Lorenzo.
Viernes 10 de Abril, 17.00
°
Media hora de besos húmedos, manos inquietas y suspiros ahogantes hasta que por fin a tomado la iniciativa de bajarme.
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-Vamos a ello. -murmura.
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Gira el pestillo abriendo la puerta y el color morado resalta en mis ojos viéndolo en paredes sábanas, cortina e incluso algunas fustas.
Sus manos me rodean por la espalda cuando entreabro los labios y mete su mano por mi tanga (la única prenda que llevaba puesta)
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-Seré bueno señorita, solo hoy. -murmura.
-Señor... -jadeo al sentir sus dedos sobre los labios de mi sexo.
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Él se aparta pero toma mi mano para después esposarla en alto a unas esposas que caen del techo.
Me deja con los brazos hacia arriba, observo sus movimientos al ver como se quita la camisa y agarra una de las fustas tras pensarlo.
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-Es suave y si tiemblan las piernas puedes congarte, no se caen las esposas. -explica.
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Asiento con la cabeza sintiendome muda.
Azota mi trasero, ahogo un gemido algo dolorido y vuelve a azotar la zona.
No habla, azota disfrutando de la melodia que mis labios hacen y puedo sentir su cuerpo húmedo tras del mío mientras se encarga de dejar mi trasero marcado. Las piernas me cuelgan levemente, cierro los ojos disfrutando de la situación pues sí, es cierto, cuanto más azota más me gusta.
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-Señor. -murmuro.
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Frena, me coloca derecha y se pone frente a mi agachandose tirando de mi tanga hacia abajo.
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-Moría por tenerte así. -muerde mi sexo haciendo que grite.
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No puedo expresar palabra alguna pues todos mis sentidos están pensando sobre qué será lo próximo que me hará.
Los brazos me pesan, las piernas me tiemblan y mi trasero está en llamas. Suelta mis brazos y es claro esposandome las manos a la espalda colocandome contra la pared y azota pero esta vez con su mano.
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-Amo tu aroma ahora mismo. -confiesa.
-Jesus. -murmuro excitada.
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Golpea mi trasero.
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-Señor. -corrijo.
-Dígame. -juguetea con su miento sobre mi trasero.
-Folleme. -suplico.
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Siento como rie levemente y entra en mi, no piensa, no me trata suave: actúa directo y duro.
Coloca una de sus manos sobre las que tengo esposadas, mi cara está contra la pared y la otra mano acaricia mi clítoris con suavidad haciendome sentir lo bien que se siente su sexo ahí atrás tras media hora de azotes y súplicas.
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-¿Y si me comporto mal? -pregunto mordiendome el labio.
-Será castigada. -asegura sin voz.
-Oh joder. -muevo las manos es posadas realmente agobiada.
-No se mueva señorita.
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Sus labios acarician mi nuca haciendo que entreabra los labios excitada, expuesta y a punto de llegar a esa cima que tanto me gusta.
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-Correte para mi. -murmura viniendose sobre mi trasero.
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Cierro los ojos notando como sus dedos masajean mi clítoris todo lo duro que se puede y grito levemente cuando me vengo sobre estos.

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