Malala Lorenzo.
Sábado 5 de Marzo. 22.30
°
Mi madre me abraza llorando, sonrio tierna y agito la cabeza.
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-No va a pasarme nada mamá, te lo juro. -digo seria.
-Que tenga cuidado. -llora.
-Mamá, todo saldrá bien. -insisto.
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Jamás he sido positiva pero antes este momento donde me juego la vida eterna o la muerte prefiero ser positiva, confío en mi hombre, conmigo en que sabrá lo que hace y que hará todo lo posible porque este junto a él la eternidad.
Mi padre se acerca a mi tras ha lar en una esquina de la casa con Jesús, me agarra las manos y me abraza.
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-Te quiero ¿vale? -dice serio.
-Yo también papá. -digo dulce.
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Cojo a Rosa en brazos antes de salir, Jesús me abraza por la espalda y cierro los ojos.
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-Está será nuestra familia eternamente. -dice nervioso.
-Estoy segura de ello. -digo dulce.
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Gira mi rostro besando mis labios, beso la frente de mi bebe dejándola su cuna nuevamente y salimos al jardín apagando todo.
Mi cuerpo se apoya contra un muro, la oscuridad nos rodea pero el sonido de la piscina mezclado con su aliento y el olor que desprende hace que me calme al completo, besa mis labios de la manera más suave que jamás me han besado, sostiene mis caderas manteniendo la calma y desliza sus dedos por mi cuello.
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-Gracias, gracias por ser la mujer de mi vida. -murmura.
-Me has cambiado la vida Jesús, te amaré esté donde esté. -mis ojos se cristalizan.
-Sí provocó tu muerte... Yo no podía vivir así bebé. -murmura deslizando sus colmillos por ki cuello.
-Sí me muero quieres que me entierren junto tu tata y me lleves rosas negras con Rosa todos los días que puedas, que le ha les de mi a mi niña. -suplico.
-Te amo. -murmura.
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Pego su cuerpo a mi cuando un fuerte dolor recorre cada poro de mi piel pero algo sucede en mi que pierdo la voz, caigo al suelo pero estoy consciente, logro ver todo pero no expresarme, joder.
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-Bebé, Malala porfavor respondeme. -dice con sus labios llenos de sangre.
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Alzo la mano a su rostro asintiendo muy apenas y lleva unas gasas que tenía preparadas a mi cuello.
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-¿Estás bien? -pregunta llorando.
-Sí. -murmuro sin apenas tener voz.
-Bebé, todo solucionado, esta todo bien y vamos a vivir hasta la eternidad juntos, los tres, Malala, joder, vamos a ser el uno del otro para siempre, siempre de verdad. -llora de emoción.
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Y, justo en este instante, todo cobra sentido, tengo al hombre de mi vida el cual me ha podido ayudar a traer al mundo al mayor regalo del universo, mi madre, tras tantos años sufriendo, al fin, tiene a su marido al lado y yo, por fin, estoy segura que estaré eternamente con Jesús porque si, nuestro amor, desde el primer latido estuvo destinado a ser eterno, jamás nos marchitaremos, seremos esas rosas negras, jamás marchitas que roposan frente la lápida de Elisabeth.
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La rosa negra
Про вампировLa mujer más sencilla que puedas encontrar, universitaria de dieciocho años en Madrid a la cual su padre abandonó hace tres años provocando que su madre caiga en una profunda depresión choca con él, un abogado de veinticinco años el cual lo último q...