Capítulo 63

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Jesus Oviedo.
Viernes 10 de marzo, 5.00
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Doy una vuelta más en la cama tras toda la noche en vela, suspiro cerrando los ojos y puedo sentir como mi corazón va a mil.
Froto mis ojos sentandome en la cama, miro a mi alrededor y enciendo la lamparita intentando aclarar mis pensamientos "¿qué le voy a decir cuando la vea?" Esa pregunta lleva torturandome toda la noche pues no tengo idea si Malala sabe que va a trabajar conmigo, que hoy nos veremos tras tres años; un simple "Hola" es nada después de tanto tiempo "¿Cómo estás?"... No Oviedo, ella te mandará a la mierda como le preguntas si está bien... Joder ¿qué hago?
Me pongo en pie yendo a mi armario, cojo ropa de deporte y salgo a correr por los alrededores de mi casa ignorando completamente la hora que es ¿para que voy a dar más vueltas en la cama? Corro durante una hora dándole vueltas a lo mismo ya que no sé qué esperar de ella ¿estará borde? ¿Amable? ¿Fría? ¿Dulce? No puedo hacerme una idea a como será su comportamiento conmigo pero si de algo estoy seguro es de que seguirá siendo la mujer de la que estoy enamorado, estoy convencido que la rompí en mil pedazos pero que tras esos pedazos aun quedará polvitos de todo lo que creamos juntos... Debí haber buscado otra escusa aquel día ¿como iba a no estar enamorado de ella?
°
7.00
Me froto la cara con la toalla suspirando, paso mis dedos por mi abdomen y acaricio las cicatrices sacando fuera mis colmillos.
~
-Parezco otro. -digo mirándomelos.
~
Cierro los ojos cuando su recuerdo vuelve a torturarme y suspiro seguro de que ella pensaría que soy un monstruo en cuanto se de cuenta de que no soy humano... Al fin y al cabo su padre tampoco es humano.
Me pongo el traje negro, peino un poco mi tupé y vuelvo a esconder mis colmillos.
°
7.45
Bebo del café sentando en la barra de esta cafetería que está justamente cruzando la calle de mi sede, froto mis ojos sacando los informes y frunzo el ceño al ver que tengo el lunes un juicio a las diez y media ¿este es el tío acusado de contrabando? Joder, que pereza de familia.
Lo guardo de nuevo dando otro sorbo a la taza y miro a la puerta viendo a cuatro jóvenes en una de las mesas de fuera... Es ella una de esos cuatro.
Me palidezco por completo, la observo como un imbecil desde aquí dentro y puedo ver como su melena rizada sigue igual que aquel entonces, su tez oscura y sus labios gruesos... Esta mucho más hermosa, joder Oviedo, los veinte le han sentado de maravilla y a ti los treinta que estás por cumplir te están sentando realmente mal.
Miro mi reloj, pago mi café agarrando el maletin y me envalentono para salir este bar ¿la saludo o dejo que nadie se percate que noz conocemos?
Camino a la salida evitando mirarla pues quiero hacerme el despistado pero escucho una voz masculina de fondo que me para.
~
-¿Es usted el señor Oviedo? -pregunta uno de los jóvenes.

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