Capítulo 131

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Malala Lorenzo.
Viernes 25 de Febrero. 19.00
°
Miro alrededor sin acostumbrarme al silencio que hay en esta casa si Jesús no está, no hay nadie tirado en el suelo con Rosa ni nadie fuera trabajando en el jardín.
Esta mañana volvió a Madrid para hacer papeleo y recoger sus cosas, vendrá en dos días y yo siento que en cualquier momento explotaré.
Cierro los ojos sobre el sofá suspirando y mi bebe me toca los pies.
~
-Mami. -alarga sus brazos.
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La cojo tumbandola junto a mi, ella juguetea con mis mejillas riendo y sonrio dulce hasta que llaman a mi telefono.
Lo cojo sin mirar quién es haciendo que, una vez escucho su voz, una enorme sonrisa adorne mi rostro.
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-Tengo todo el papeleo hecho, el traslado anunciado y la maleta comenzada. -explica.
-Pero el tren es en dos días Jesús. -digo sorprendida.
-En cuanto acabe la maleta cojo el coche y baoo a Sevilla. -asegura.
-¡Son seis horas de viaje! -digo seria.
-Me da igual, no viy a dejarte más tiempo sola con la niña. -asegura.
-Jesus, estoy bien, todo está bien. -insisto.
-No voy a dejarte sola. -continúa con lo mismo.
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Rio como una imbecil y suspiro.
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-Ten cuidado. -advierto.
-Sobre las tres de la mañana llegaré, no haré ruido para no molestar. -explica.
-Vale, ve a ver a mis padres antes de venir y mira que estén bien, porfavor. -suplico.
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Jesus Oviedo.
20.00
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Me agacho frente su tumba dejando otra rosa negra, acaricio la piedra y suspiro.
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-Te extraño muchísimo, siempre te recuerdo tata, siempre estás presente en todo lo que hago y juro que jamás voy a olvidarme de todo lo has significado para mi. -susurro.
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Cierro los ojos concentrandome y lleno mi pecho de aire.
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-Tengo que luchar por ella tata, tengo que ayudarla a salir de ese pozo en el que ha entrado pero estoy tan perdido... Nose como llevas una situación así, nose como hacer que vaya todo bien, tengo que hacerlo todo bien porque lo último que deseo es hacerle más daño Malala. -susurro.
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Me pongo en pie, suspiro y entro al coche para ir al piso de los padres de Malala.
Aparco frente el portal, me bajo del coche controlando la hora y subo hasta la puerta de su piso.
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-¡Jesus! -dice emocionada.
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Entro tomando asiento en el sillón y les explico la situación que Malala esta viviendo, ellos parecen sí tener más idea que yo de lo que tiene pero aún me quedan muchas lagunas.
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-¿Y cómo lo hago? -pregunto.
-Amala, cuidala, mimala... Todo lo bueno hijo, que ella se sienta amada y acompañada en este momento es importante, ha pasado de ser tu mano derecha a vivir sin ti... Es normal que esteis, los dos, confundidos, no podéis estar el uno sin el otro. -asegura.

La rosa negra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora