Capítulo 130

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Malala Lorenzo.
Miercoles 23 de Febrero. 22.00
°
Bajo las escaleras tras pasar el día encerrada en mi habitación, mis piernas tiemblan al escucharlo y lleno mi pecho de aire envalentonandome pues debo pedirle perdón.
Veo como camina en el jardín con la bebe agarrada a sus dedos, sonrio tierna ante esa imagen y les hago una foto embobada.
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-Al fin bajaste. -dice mirándome.
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Asiento tensa y mi bebe se agacha para gatear a mi.
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-Mamá. -dice cuando me agacho.
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La cojo en brazos recibiendo un gran abrazo suyo y besa mi mejilla.
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-Que guapa está hoy mi niña. -le hago pedorretas.
-¡Mami! -rie.
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Jesus me mira tierno, la dejo en el suelo y ella gatea al salón pues ahí tiene su zona de juegos.
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-Jesus. -agarro su brazo antes de que entre.
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Me mira y frunce el ceño.
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-Perdón por haberte alzado la voz... No... No quería. -susurro nerviosa.
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Una tierna sonrisa se forma en su rostro y agarra el mío con su mano.
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-No me ha molestado, es normal, no debí agarrarte Malala. -asegura.
-No tengo el derecho a hablarte así, enserio, disculpame. -aseguro.
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Niega con la cabeza y suspiro.
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-¿Vuelves a Madrid? -pregunto cuando me apoya en la cristalera del porche que separa la casa del jardín.
-En un par de días, a coger mis cosas... Vendré aquí hasta que consiga un apartamento. -explica.
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Asiento notando como se acerca a mi, entreabro los labios y muerde el suyo.
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-Vuelve pronto. -suplico.
-Puedo ir y venir el mismo día si es necesario. -asegura.
-Con calma Jesús, no... Nosotras te esperamos aquí. -digo sin aliengo.
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Agarra mi cintura con sus manos, me acerca a él y cierro los ojos acariciando su nuca.
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-Quiero saber que cojones te pasa, necesito que vuelvas a ser mi mujer, la fuerte. -suplica.
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Me tenso.
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-Una mala racha la tiene cualquiera Jesús. -aseguro.
-Tú no estás bien. -asegura.
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Miro sus labios y siento como estos se mezclan con los mios suavemente, atrapa mi lengua con la suya y yo, desesperada, tiro de su camisa hacia mi.
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-Lo estoy haciendo mal, joder. -repito.
-Me amas ¿esperabas poder aguantar? -dice sin remedio.
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Suspiro asintiendo y bajo la cabeza.
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-Tengo una pequeña esperanza que antes o después volverás a mis brazos. -asegura.
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Vuelvo a mirarlo y lo suelto.
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-No estoy estable Jesús, ahora te amo pero en una hora puedo estar odiandote. -digo sin remedio.
-Y yo, como te amo, te comprendo a la perfección, joder, tienes depresión, estas mal, tranquila bebé. -mira mis ojos.
-Debo pensar. -aseguro.

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