Capítulo 117

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Malala Lorenzo.
Lunes 7 de Febrero. 8.55
°
Mi bebe me abraza justo antes de dejarla en la guardería, la profesora me sonrie tierna y salgo directa a la inmoviliaria para ver el precio del alquiler de la casa que ayer vi.
Conduzco hasta llegar aparcando bastante cerca y me siento frente la mujer que me ayudará.
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-El contrato dice que todo lo que sea roto por culpa del bebé caerá a cargo de usted. -dice seria.
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Asiento.
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-Sin problema. -miro el papel.
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Ella me obrece un bolígrafo para firmar el alquilar de esa casa pero agito la cabeza paralizada.
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-¿Puedo llevármelo y leerlo tranquilamente? Necesito pensar. -digo nerviosa.
-Deme una respuesta lo antes posible. -comenta.
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Asiento agarrando el papel metiéndole en el bolso a la vez que recibo una llamada de Jesús.
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-¿Dónde estás? -pregunta.
-Llegando. -miento. -¿Sucedió algo? -pregunto.
-No, he ido a tu despacho a verte y no estabas. -dice tierno.
-En cuanto llegue voy al tuyo, dame diez minutos, ya sabes como es Madrid con sus atascos. -digo entrando en el coche.
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Cuelga tras susurrar un leve "te amo" y conduzco hasta llegar al bufete, saludo al chico de recepción amable pues lo conozco desde el primer día que llegue aquí de prácticas y, joder, sabe mi historia de amor con Jesús de tan sólo observarla.
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-Oviedo está en el despacho, esperándola. -dice dulce.
-Lose. -digo riendo.
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Llamo a su puerta escuchando su "adelante" entró y veo como aún esta mirando su ordenador de torre y portátil en busca de esa mujer.
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-¿Necesitas algo? -pregunto seria.
-Ven. -dice dulce.
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Me acerco a su lado dejando el bolso sobre la mesa, gira su silla levemente y agarra mi trasero mientras me besa con suavidad.
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-Quería verte, ayer casi no hablamos. -dice preocupado.
-Porque te pasaste el día en el despacho. -reprocho.
-Estoy a punto de acabar con todo bebé. -asegura poniéndose en pie y así quedar más alto que yo.
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Suspiro y agarra mi nuca con suavidad.
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-En un mes estamos planificando la mudanza. -asegura.
-No puedo esperar otro mes más. -digo seria.
-Malala, uno más, te lo juro. -insiste cuando me aparto.
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Agarro mi bolso y niego.
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-Llevas así casi un año, no das con ella y entiendo que quieras saber el por qué de todo Jesús pero Elisabeth murió y nada de lo que hagas puede hacer que reviva. -digo seria.
-Necesito saber por qué. -insiste.
-Estás perdiendo el presente por solucionar el pasado. -aseguro.
-A ti siempre te tendré Malala, lo sé. -dice seguro.
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Rio irónica y muevo la cabeza.
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-No te preocupes en tenerme a mi, si no en tener a tu hija, llevas mucho tiempo descuidandola. -digo seria saliendo de ahí.

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