Capítulo 52

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Jesus Oviedo.
Jueves 17 de Abril, 23.00
°
Me miro en el espejo del baño de la habitación y lleno mi pecho de aire suspirando observandome a sabiendas que tengo que ir con ella.
Mi vista se nubla y cierro los ojos aturdido pero cuando vuelvo a abrirlos una gran sorpresa me encuentro al ver a mi tata reflejada en el espejo.
~
-Tata. -lloro tocándolo.
-Ve con ella, cariño, ve con ella, cuidala pues yo estoy desde aquí arriba cuidandola con mi alma entera. -dice tan dulce como siempre.
-Ella es la mujer tata. -lloro.
-Sabía que mi niño merecía una mujer hermosa y con un corazón tan puro como ella tiene. -asegura.
-Vuelve. -suplico.
-Ojalá pudiese. -llora ella también.
-Te llevaste el sentido de mi vida tata. -murmuro.
-Por eso te puse a Malala en el camino. -sonrie.
-Te quiero. -susurro cuando se desvanece.
~
Camino saliendo de la habitación, buscando como loco la suya hasta que al fin doy con ella tras varias carreras en este largo e infinito pasillo.
~
-Jesús, ve a tu habitación. -dice su madre.
-Estoy bien, se lo juro. -aseguro.
~
Rompo a llorar aún más profundo cuando la veo ahí, llena de vendas totalmente débil y con sus ojitos cerrados.
~
-Lleva dormida desde el accidente, ella despertó pero la sedaron tanto que hasta mañana no despertará. -explica.
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Me siento en un pequeño hueco y lloro agarro su mano.
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-¿Cómo has salido ileso? -pregunta.
-Nose, no recuerdo nada. -miento. -Iba conduciendo, giré una esquina y todo se volvió negro, recuerdo agarrar su mano y ya todo se vuelve oscuro... -explico mintiendo realmente bien.
~
Ella se acerca a su hija y acaricia su mejilla.
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-Debes estar en tu habitación Jesús. -asegura.
-No iba a dejarla más tiempo sola, todo esto es mi culpa. -aseguro.
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Ella mueve la cabeza negando y la miro.
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-Esto nos puede pasar a todos. -dice cual madre.
-Ella no merece estar así. -aseguro.
~
Toca mi hombro y regreso la mirada a su hija.
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-Solo dios sabe porque ella está así hoy, todos tenemos momentos difíciles y a ella le ha tocado en la mejor compañía. -asegura.
-No voy a dejarla sola jamás. -aseguro.
-Eres un buen hombre Jesús, no me esperaba que mi hija tuviera una relación con un hombre como tú pero hay que conocerte para darse cuenta de lo bueno que eres. -dice dulce.
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Sonrio tierno sosteniendo aún la mano de su hija y bostezo.
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-Llevó sedado muchas horas, imposible que tengas tanto sueño. -protesto.

La rosa negra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora