Capítulo 31

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Jesus Oviedo.
Lunes 6 de Abril, 9.00
°
Me agacho junto su lápida como cada vez que vengo y me quito las gafas de sol suspirando.
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-¿Por qué te apareces en sus sueños tata? Ella no puede enterarse de quien soy. -murmuro serio.
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Muevo la cabeza frustrado sin comprender porque ha aparecido la mujer que fue mi madre en sus sueños, cierro el puño frustrado pero muevo la cabeza sin remedio ¿qué hago hablándole a una tumba?
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-Te dije que ella era diferente y a día de hoy no somprendo que siento por ella, Malala dice que me quiere y que ha sido inevitable no quererme pues asegura que soy un buen hombre... El día que se entere que soy lo que las monjas decían... -murmuro asustado.
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Coloco la rosa negra en junto las otras y suspiro.
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-No quiero que se vaya de mi lado ¿sabes? Quiero ser egoísta y si ella tiene que amar a alguien pues que sea a mi. -digo serio.
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Me reincorporo sacudiendo mis rodillas del suelo, acaricio la lápida y suspiro. Camino regresando al coche viendo un sobre encima del cristal de este.
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-Verás con las gilipolleces. -murmuro.
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Agarro el sobre antes de entrar al coche y lo abro leyendo el breve mensaje que contiene: "como le hagas daño yo te arrastraré al infierno"
Frunzo el ceño, miro por la ventanilla y arranco el coche para marcharme de ahí hasta llegar al juicio que tengo hoy.
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12.30
La familia de la mujer demandante por abusos se acerca a mi dandome las gracias, observo como esposam a ese hombre mientras me maldice como otros muchos ya han hecho.
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-Es mi trabajo, no me las den. -le digo a su madre amable.
-Pensábamos que lo iban a dejar libre. -llora.
-Pero va a estar en ma cárcel muchos años, señora. -aseguro.
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Salgo del juzgado caminando hacia mi coche y me sorprendo la verla ahi apoyada sobre este.
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-¿Y este regalo? -pregunto acercandome.
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Ella sonrie levemente besando mis labios y encoje los hombros.
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-Mi madre me ha acercado pues la he acompañado al psicólogo. -explica.
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Asiento acariciando su mejilla, vuelvo a besar sus labios y suspira.
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-¿Quieres comer en casa? -pregunta.
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Encoje sus hombros y asiento.
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-¿Puedo conducir yo? -pregunta tímida.
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Sonrio y ella mueve la cabeza.
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-Es un buen coche y yo apenas me lo he sacado hace semanas... Comprendo que... -la freno.
-Toma. -le lanzo las llaves.
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Ella sonrie sonrojandose y entra al coche acomodandolo a su altura.
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-Como lo estrelles me pagas uno nuevo y encima por tonta pierdes el juicio contra mi. -bromeo pero me hago el serio.
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Se palidece y rio a carcajadas colocando mi mano sobre su pierna.
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-Es broma bebé. -digo riendo.
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Ella sonrie mirándome y agita su cabeza.
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-Que gracioso estas hoy. -arranca.
-Nose, siento algo parecido a felicidad. -confieso.
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Muerde su labio conduciendo y sonrie realmente contenta.
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-Me alegra verte tan feliz. -asegura.
-Tú eres la causante de esto. -murmuro.
-Tu mirada ha cambiado. -dice.
-Mis ojos te miran a ti de otra manera. -confieso.
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Para en un semáforo y me mira con las manos en el volante.
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-Pareces otro hombre. -asegura.
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Encojo mis hombros y Malala vuelve su vista a la carretera conduciendo.
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-¿Tienes el contrato? -pregunta ronca.
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Sonrio de lado.
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-Sí. -digo serio.
-Quiero leerlo y firmarlo hoy mismo. -propone.
-¿Estás segura? -pregunto.
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Asiente girando la esquina previa a mi calle y le doy al botón para abrir el garaje.
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-Encuanto terminemos de comer y despiertes de la siesta te lo doy. -comento.
-Nose si dormiré, tengo dentro de nada exámenes, alomejor estudio en lo que trabajar. -dice con tono agobiante.
-Tus ojeras me dicen que has estado estudiando de doce de la noche a doce de la mañana ¿me equivoco? -frunzo el ceño.
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Ella baja del coche suspirando y me da las llave provocando que agarre su mano.
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-Me tomé un descanso para ducharme. -advierte.
-Vas a dormirte la siesta ¿vale señorita? -ordeno.
-Vale señor. -dice molesta pero tranquila.

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