Capítulo 40

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Malala Lorenzo.
Martes 15 de Abril, 20.30
°
Bajo las escaleras con un bolso donde metí lo esencial, mi madre me mira preocupada y me acerco a ella.
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-Pasaré la noche con Jesús. -murmuro débil.
-Duerme bien y come algo. -suplica reincorporandose en el sofá.
-¿Estarás bien? -pregunta.
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Asiente dulce, me abraza y salgo de casa viéndolo, como de costumbre, apoyado en la puerta de su coche.
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-Bebé. -se acerca a mi.
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Alzo levemente la cabeza, acaricia mi rostro y me besa con suavidad.
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-Te hablé muy mal. -murmuro.
-No me importa, lo merecía. -asegura.
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Niego y toca mis labios con la yema de sus dedos.
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-Vamos a casa. -suplico.
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Sonrie volviendo a besarme, entramos al coche y cierro los ojos.
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-No estás bien. -murmura.
-No he comido nada, simplemente he estudiado durante toda la tarde. -confieso.
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Entrelaza nuestros dedos, tose levemente y niega.
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-Te haré de cenar y vas directa a la cama, antes de las once estás dormida. -asegura serio.
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Sonrio dulce, siento como eleva nuestras manos agarradas para besarla.
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-Podrias haberme llamado antes. -dice dulce.
-No quería verte. -confieso abriendo los ojos.
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Veo como se remueve en el sillón y para en un pequeño atasco.
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-Hablamos en casa. -murmura tenso.
-No hiciste nada mal. -aseguro acercandome a él.
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Encoje sus hombros.
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-Y si hice algo mal no fue mi intención, simplemente quiero hacer las cosas bien contigo. -susurra serio.
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Sonrio inevitablemente.
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-Yo no estoy haciendo las cosas bien. -confieso.
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Beso su mano, muerdo mi labio al sentir como cada musculo se le tensa y pisa el acelerador una vez sale del atasco pues tiene las mismas ganas de llegar a casa que yo.
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-¿No te importa si esta noche no hacemos nada? -pregunto curiosa.
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Alza su ceja y rie irónico.
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-Eres más que sexo, no te dije que vinieses a mi casa para follar, dije que viniese porque llevo dos días sin dormir porque te extraño. -confiesa.
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Gira el coche entrando en su garaje, entramos en la casa y camino directa a su habitación pues quiero ponerme más cómoda.
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-Voy a ir haciendo la cena. -dice desde la puerta de su habitación una vez me quito el vaquero.
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Observa mi tanga negro y mis senos pues llevo una camiseta muy fina sin brasier.
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-De acuerdo. -murmuro.
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Se gira pero me acerco agarrando su brazo, lo giro suavemente y beso sus labios con lentitud pues sé que ambos morimos por los besos del otro.
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-No pienses que te utilizo. -suplica.
-No lo pienso. -murmuro.
-Te quiero, parece mentira pero tengo un corazón. -asegura sobre mis labios.
-No me cabe duda. -susurro.
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Vuelve a besarme y muerdo su labio con suavidad.

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